Fuente: El Mundo 31/10/2013 ¡QUIA!. Autor: Arcadi Espada
Sinécdoque
La otra noche, la diputada Rosa Díez obligó a los diputados españoles a
prometer la Constitución de nuevo y los socialistas, echando chispas, se
dividieron entre la voz y el voto. Con el voto refrendaban la
Constitución que les da plaza y sentido; con la voz, mascullando,
acusaban a la diputada de oportunismo. Igual que en la prensa las
exclusivas propias son filtraciones cuando se trata de otros, en
política el sentido de la oportunidad es oportunismo cuando son otros
los que lo practican. Pero no solo le decían eso a la diputada. En el
debate sobre el derecho a decidir de los españoles los socialistas
insistían en que su objetivo es reformar la Constitución. Quizá sea el
momento procesal oportuno para ocuparse de ese argumento.
No habrá
reforma de la Constitución que incluya cambio alguno sobre el sujeto
soberano. Los socialistas podrán despegar su abundante y banal pirotecnia sobre federalismos, incluso simétricos; podrán decretar en
los preámbulos, como quiso hacer el antiguo socialista Rubert de Ventós
en aquel inolvidable Estulto, que Cataluña ha modelado un paisaje;
podrán reformar el Senado hasta la saciedad inútil; pero no podrán
redactar una Constitución donde los españoles no existan. Porque ésa
sería la consecuencia de la limitación local del derecho a decidir:
seguirían existiendo andaluces, catalanes, vascos, etcétera y café. Pero
no españoles. Aunque la historia prueba que los socialistas son
consumados maestros en el arte de ejercer a ambos lados de la calle la
posibilidad de una Constitución española sin españoles parece un reto
insuperable. De ahí que la noche del martes fuera el momento idóneo,
simbolizado en la división catalana/española del voto socialista para
recordarle a Pérez Rubalcaba que las diferencias entre socialistas sobre
el derecho a decidir no son meramente formales, incluso políticas en
sentido estratégico, limitado. Al contrario: esas discrepancias son
constitutivas y afectan al núcleo de la democracia española. No puede
haber una Constitución española que incluya el derecho a decidir de
catalanes y etcéteras. Sería tan pintoresco como que el PSC hubiese
obligado a votar a favor del derecho a decidir al conjunto de los
socialistas. Aún no han comprendido, ni tras el paso por la presidencia
de aquel especialista en quiasmos y otras figuras retóricas, que España
será sinécdoque o no será.
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