lunes, 16 de julio de 2012

LAS NAVAS DE TOLOSA: UNA BATALLA QUE CAMBIÓ EL DESTINO

  Las Navas de Tolosa ( 1212 )

Datos Históricos del acontecimiento que cambio la historia de España y posiblemente también la de Europa

 ANTECEDENTES HISTORICOS

Mientras Simón de Monfort, se disponía a atacar al Conde de Tolosa, Ramón VI, en la España cristiana todo anunciaba que no se iba ya a tardar mucho en emprender una campaña decisiva contra los Almohades y los Obispos españoles, sobre todo, el Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximenex de Rada -a quien el año anterior una Bula pontificia había confirmado como Primado de la Iglesia española-, estaban muy interesados en reunir para esa empresa los esfuerzos de todos los príncipes hispano-cristianos. Un año antes, el joven infante don Fernando, hijo y heredero de Alfonso VIII de Castilla, se había cruzado con la finalidad de emprender una campaña contra los Musulmanes y para ello solicito la bendición de Inocencio III, quien en una Bula estimuló entonces a los Reyes de la España cristiana a que imitasen al valeroso infante y concedió a todos los que se cruzasen, las gracias espirituales de la Cruzada.
    Por su parte, Alfonso VIII se dirigió también al Papa pidiéndole su auxilio para la campaña anti-islamica que proyectaba y el envío de un legado pontificio que preparase la unión de todos los Reyes hispano-cristianos en una empresa común contra los Almohades; pero Inocencio III contesto con otra Bula (22 Febrero), en la que decía al rey de Castilla que de momento no podía enviar a España a ningún legado, aunque había ordenado al Arzobispo de Toledo y a los Obispos de Zamora, Tarragona y Coimbra, que castigasen con severas penas eclesiásticas a cualquier príncipe español que rompiera sus treguas con Castilla o entorpeciese de algún modo la acción de Alfonso VIII contra los Almohades. Entretanto, el Califa Abu Abd Allh Muhammad al-Nasir, se disponía también a emprender una gran campaña por la España cristiana y había salido ya de Marraquex al frente de un poderoso ejercito con el propósito de trasladarse a la Península.
    Por entonces, Alfonso VIII, acompañado de su hijo el infante don Fernando y al mando de una hueste constituida por las milicias de los concejos de Madrid, Guadalajara, Huete, Cuenca y Ucles, se dirigió hacia Levante y llego hasta el mar por la comarca de Jativa (Primavera 1211), aunque no tardaba en regresar sin haber obtenido de esta expedición resultados provechosos, mientras, el Califa almohade desembarcaba en Tarifa, pasaba por Sevilla y Córdoba (16 Mayo) y con un ejercito formado por "chund" almohades, tribus almoravídes, arqueros turcos, tropas hispano-musulmanas y algunos cristianos, marcho a la frontera de Toledo y sitio el castillo de Salvatierra, fortaleza de la Orden de Calatrava desde que los musulmanes habían conquistado la plaza de este nombre. Por esa época, Alfonso VIII parece que estaba en Cuenca con Ximenex de Rada, y que de allí fue a la comarca de Talavera para tomar posiciones en la Sierra de San Vicente, (Agosto), desde la cual el infante Fernando hizo una correría por Trujillo y Montanchez, pero sin que el Rey de Castilla se aventurase a socorrer a Salvatierra, sitiada por un ejercito poderosisimo que atacaba la fortaleza con grandes maquinas de guerra. El castillo de Salvatierra resistió sin embargo, durante dos meses y al fin sus defensores tuvieron que rendirse, aunque pudieron salir de la plaza y refugiarse en Castilla (Septiembre 1211). La caída del castillo de Salvatierra en manos de los Almohades produjo una profunda emoción en toda la España cristiana y va a precipitar no solo la unión de los Reyes españoles para defenderse de la amenaza musulmana, sino también, la predicación  de una nueva Cruzada en occidente.
    Un mes después, (Octubre 1211) Alfonso VIII pasaba por el dolor de que enfermase y muriese al poco tiempo en Madrid su hijo Fernando, cuyo cadáver fue llevado a enterrar por él obispo de Toledo, Rodrigo Ximenez de Rada al Monasterio de las Huelgas, mientras el Rey de Castilla, que no podía desatender en aquellos momentos críticos la defensa de su Reino, se encontraba con su ejercito en la comarca de Guadalajara acompañado por don Diego López de Haro, reintegrado ya al servicio y vasallaje de Alfonso VIII. En ese mismo año murió también el Rey de Portugal, Sancho I y le sucedido su hijo Alfonso II, quien se había casado en 1208 con la infanta Urraca, hija del Monarca castellano. Entretanto, en el Languedoc, Simón de Montfort había atacado a Ramón VI, sitiado por unos días la ciudad de Tolosa y estaba en guerra abierta con aquel y con su aliado, el conde de Foix.
    El ataque a los Almohades y la toma de Salvatierra decidieron al Rey de Castilla actuar con la rapidez que requerían las circunstancias y, apenas fue enterrado el infante Fernando, con Rodrigo Ximenez de Rada salió para Roma con la finalidad de que el pontífice (1212) expidiese las letras apostólicas necesarias a la predicación de una Cruzada en occidente, y luego parece que recorrió Italia, llego al Norte de Francia e incluso a Alemania y a su regreso, pasó por las regiones francesas del Mediodía, predicando en todas partes la Cruzada contra los Almohades. En la Provenza y comarcas vecinas sobre todo, el Arzobispo de Toledo despertó gran entusiasmo y la nueva Cruzada no dejo de preocupar a Simón de Montfort, que empeño en la suya frente a los Albigenes, temió que aquella le quitase combatientes. La Cristiandad, en efecto, empezaba a inquietarse ante la amenaza almohade, y los trovadores provenzales se sintieron solidarios de la misión europea que suponía detener en España el empuje del Islam, y Gravaudan la comparaba a las Cruzadas de Oriente: Saladino ha tomado ya Jerusalén, y los "perros marroquíes" amenazan a la Provenza: que "los Cruzados alemanes, franceses ingleses y bretones" -dice- vayan a España antes de que sea tarde.
    Mientras Ximenex de Rada recorría la Europa occidental predicando la Cruzada, Gerardo, Obispo electo de Segovia, fue también a Roma por encargo de Alfonso VIII, y el Papa Inocencio III ordenaba a los Obispos de Francia que exhortasen a sus fieles para que fueran a España a combatir a los Musulmanes, y dirigía al rey de Castilla una Bula  -respuesta a la misión que llevo a Roma (4 Febrero) al Obispo Gerardo- en la que  le anunciaba su exhortación a los Obispos franceses y concedía a los Cruzados que acudiesen a luchar con los Almohades la remisión de sus pecados.
    La campaña había quedado decidida para la octava de Pentecostés, y el lugar de reunión de los Cruzados se fijo en Toledo. Por su parte, Alfonso VIII a quien correspondía la iniciativa de la empresa, solicito el auxilio de los Reyes de Aragón, León, y Navarra; pero Alfonso IX, que estaba en guerra con Portugal, respondió que solo participaría en aquella si el Rey de Castilla le devolvía algunos castillos que le había quitado.
    Pedro II de Aragón, en cambio, recorría por entonces el Mediodía de Francia reclutando Cruzados y se disponía a acudir a Toledo para tomar parte en la campaña proyectada y Sancho VII, que parecía poco dispuesto a ayudar a Alfonso VIII decidió también a incorporarse a los Cruzados, convencido tal vez por Ximenex de Rada. Aunque ni Alfonso IX de León ni Alfonso II de Portugal acudieron personalmente con sus huestes reales, muchos caballeros portugueses, leoneses y gallegos se dirigieron también a Toledo, mientras ya habían empezado a llegar los Cruzados de ultramontes al mando del Arzobispo Guillermo de Burdeos, Obispo de Nantes y del Arzobispo de Narbona; este ultimo era ahora el Abad del Cister y legado pontificio Arnaldo Amaury. Por entonces (5 Abril), Inocencio III dirigía una Bula a los Arzobispos de Toledo y Compostela ordenándoles que procurasen no se rompiera la paz entre los Reyes españoles mientras durase la campaña contra los Almohades, y amenazando con la excomunión a todo cristiano que prestase su ayuda a aquellos y muy especialmente al Rey de León, si en esas circunstancias atacaba a Castilla. 
 
Las Huestes se reúnen en Toledo
    Durante la octava de Pentecostés se reunieron en Toledo caballeros y peones franceses, provenzales italianos y de otros países, en numero que parece llego hasta cerca de 70.000 y entre los señores ultramontanos que acudieron figuraban, además de los Prelados citados, el Conde Centulo de Astarac, el Vizconde Ramón de Turena y encargado del abastecimiento de los Cruzados y de proveerles de armamento y caballos, ya que muchos venían sin ellos, y cuando ya había en la ciudad numerosisimos Cruzados extranjeros, llego a Toledo el Rey de Aragón, quien, con su brillante hueste de catalanes y aragoneses, plantó sus tiendas en la vega; con él llegaban Berenger, Obispo electo de Barcelona, y García, Obispo de Tarragona. Por causa de los preparativos para la reunión de su hueste, Alfonso VIII de Castilla solo pudo incorporarse a los demás Cruzados pasada ya la Pascua de Pentecostés, y Sancho VII el fuerte con sus navarros  se retrasará aun más y se unirá al ejercito cristiano cuando este se encuentre ya en campaña. La hueste castellana de Alfonso VIII parece que sumaba mas de 60.000 hombres y a sus tropas se añadían no solo las catalanas y aragonesas de Pedro II y las ultramontanas, sino los caballeros de las Ordenes de Calatrava y Santiago, del Hospital y del Temple, los portugueses, leoneses, gallegos y asturianos que fueron a Toledo por su propia iniciativa; en total, parece que los ejércitos hispanos-cristianos que no procedían de Castilla estaban constituidos por unos 50.000 guerreros.
    En la infraoctava de Pentecostés, el Papa Inocencio III dispuso en Roma un ayuno de tres días y organizo una procesión de hombres y mujeres que recorrió la ciudad rezando por la victoria en España de las armas cristianas.
    Entretanto, el Califa almohade Abu Abd Allah Muhammad al-Nasir se había preparado por su parte, para hacer frente a los Cruzados y había reunido un gran ejercito, que concentró principalmente en Sevilla y que debió de estar formado por unos 250.000 hombres. Este ejercito se había puesto ya en marcha (20 Junio) hacia Jaén y Sierra Morena, cuando los Cruzados abandonaron Toledo y se encaminaron hacia la frontera de al-Andalus. 
 
Composición de las Huestes Cristianas
    Las huestes cristianas iban divididas en tres grupos; el de los Cruzados de ultramontes, que mandaba el señor de Vizcaya Diego López de Haro; el de los catalanes y aragoneses de Pedro II, en el que figuraban, entre otros magnates, el Conde de Ampùrias,Guillermo de Cardona, Guillermo de Cervera, Garcia Romero, Jimeno Cornel y los Obispos de Barcelona y Tarragona; y el de las huestes de Alfonso VIII, que marchaba a retaguardia, acompañado el Rey de Castilla por el Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximenez de Rada; los Obispos de Palencia, Siguenza, Osma, Avila y Plasencia; por muchos magnates castellanos, por los Maestres de Calatrava y Santiago y por los Priores de las Ordenes del Hospital y del Temple.
Comienza la Campaña
    Tras acampar sucesivamente junto a los arroyos de Guadalajaraz, Guadecelete, Algodor, los ultramontanos de adelantaron, hicieron un alto en Guadalerza -en la divisoria entre las actuales provincias de Toledo y Ciudad Real- y llegaron a Malagón, (24 Junio) done se alzaba una fortaleza avanzada de los Musulmanes, que fue tomada y su guarnición pasada a cuchillo. Poco después llegaba también a Malagon Pedro II y los ultramontanos, que se quejaban de la falta de víveres, parece que ya entonces quisieron abandonar la campaña recién emprendida, aunque el Rey de Aragón logro convercérles para que continuasen.
    Unos días después, los ejércitos cristianos, reunidos ante Calatrava, asediaban esta plaza que pronto tuvo que capitular y Alfonso VIII, permitió a sus defensores (1 Julio), que salieran de la misma con la garantía de que sus vidas serian respetadas, con ello no hacia otra cosa que proseguir la costumbre de no molestar a los moros que se rendían, iniciada por el Cid e imitada luego por Alfonso el batallador y Ramón Berenger IV. Esta capitulación de Calatrava parece que disgustó a los ultramontanos que venían acostumbrados al saqueo y al exterminio de las ciudades albigenses y fuese por ello, o por la falta de víveres, lo cierto es que aquellos abandonaron la Cruzada y emprendieron el camino de regreso, durante el cual no dejaron de cometer en Castilla algunas tropelías y aun intentaron sin éxito adueñarse de Toledo. Con las huestes de la España cristiana solo quedaron el arzobispo de Narbona, sus gentes y el caballero Teobaldo de Blazon. El choque decisivo con los Almohades va a ser, una empresa española. Solamente los hispanos triunfaran poco después sobre el formidable ejercito del Príncipe de los Creyentes almohade del Miramamolin Abu Abd Allh Muhammad al-Nasir.
    Después de retirarse los ultramontanos, Alfonso VIII con su ejercito salió en dirección de Alarcos y Salvatierra, en tanto que Pedro II se quedaba en Calatrava para esperara la llegada de Sancho VII y de sus huestes navarras. Mientras el Rey de Castilla conquista (5-6 Julio) las fortalezas de Alarcos, Piedrabuena, Benavente y Caracuel, llegaba a Calatrava el Rey de Navarra y poco mas tarde (7 julio), Sancho VII, Pedro II y Alfonso VIII se reunían ante Salvatierra (11 julio) y se dirigían hacia los pasos del Muradal (Despeñaperros), en cuyas cimas se encontraron ya destacamentos avanzados del ejercito del Miramamolin, los cuales impedían a los cristianos el paso a las alturas del macizo del Muradal, apostados en los desfiladeros por los que podía subirse al mismo. 
 
Los Cristianos llegan al LLano de La Losa 
( Junto al Desfiladero de La Losa, actualmente Despeñaperros )
    López Díaz, hijo del señor de Vizcaya y dos nietos de este, se adelantaron entonces, subieron hasta el llano de La Losa, por el que podía pasarse a la planicie llamada de la Navas de Tolosa, llanura muy apropiada para que los Cristianos afrontasen la batalla con los Musulmanes, Alfonso VIII decidió no retroceder  y, como el paso por el desfiladero de la Losa resultaba imposible, parece que un pastor se ofreció a guiar a los ejércitos cristianos por otro paso seguro y entonces desconocido, el que hoy día se llama Puerto del Rey, por el cual pudieron, efectivamente, cruzar a la meseta de las Navas de Tolosa, en la actual provincia de Jaen, donde establecieron su campamento y se dispusieron a presentar batalla a los Almohades.  
 
(13 Julio de 1212 ) Comienza La Batalla.
 
    Durante los días que siguieron -un sábado y un domingo-, los Cristianos no atacaron y solo hubo pequeñas escaramuzas; pero al amanecer del lunes 16 de Julio de 1212. El Alférez Mayor del Rey Alfonso VIII,  Don Sancho Gonzalez de Reinoso, fue el primero que vio una cruz aparecida en el cielo e infundio tal coraje y valentía a los españoles que nada les resistía a su arrojo para ganar la batalla de las Navas de Tolosa, ( por lo que el rey Alfonso concedio a este caballero el Escudo de Armas: en campo de oro una Cruz de Gules Flordelisada. Fue un signo precursor de tan señalada y gloriosa Batalla ),  sus huestes se lanzaron al ataque, ordenadas en la forma siguiente: en el centro del ejercito se encontraban los castellanos, que llevaban en vanguardia a don Diego López de Haro, seguido por los caballeros de las Ordenes y por la retaguardia, en la que figuraban Alfonso VIII y el Arzobispo de Toledo; a la derecha estaban Sancho VII con los Navarros y las milicias de Avila, Segovia, y Medina, y a la izquierda, el Rey de Aragón con sus tropas, a cuya vanguardia marchaba el caballero Garcia Romero, en tanto que Pedro II iba en la retaguardia. Apenas se inició el ataque, las vanguardias musulmanas tuvieron que retroceder; pero al entrar en batalla el grueso del ejercito de Miramamolin un momento de confusión y de retroceso de los Cristianos pareció que iba a hacerles perder el combate. Alfonso VIII se adelanto entonces y los Reyes de Aragón y de Navarra hicieron un movimiento convergente. En el empuje, que fue violentísimo, los Cristianos llegaron hasta el cerco de cadenas que, sostenidas por los esclavos negros, guardaban el acceso a la tienda del Califa almohade. Sancho VII el fuerte fue al primero en romper ese cerco, y los Musulmanes empezaron a retroceder desordenadamente, y su retirada no tardo mucho en convertirse en una precipitada fuga. Abu Abd Allh Muhammad tuvo también que escapar a toda prisa, perdida ya la batalla, hacia Baeza y Jaén, donde se refugio aquella misma noche. La victoria cristiana había sido decisiva; los muertos musulmanes, innumerables; el botin enorme, y del mismo se conserva el tapiz que se guarda en el Monasterio de las Huelgas de Burgos, y que se conoce también por el nombre de "bandera de las Navas". Terminada la lucha, el Arzobispo de Toledo entono un "Te Deum" sobre el mismo campo de batalla, en presencia del ejercito castellano, mientras navarros u aragoneses perseguian en su huida a los Almohades. 
Despues  de la Batalla 
    Poco después de la batalla de las Navas de Tolosa, los Cristianos conquistaban el castillo de Vilches y los del Ferral, Baños y Tolosa; cuatro días mas tarde ocupaban Baeza (20 Julio), abandonada por los Musulmanes y luego atacaban y tomaban Ubeda, donde hicieron muchos prisioneros (23 Julio). Desde Ubeda, el ejercito hispano-cristiano emprendió el camino del regreso, eliminada ya la amenaza almohade Pedro II de Aragón se dirigió a su Reino para tener que intervenir pronto muy activamente en las luchas suscitadas por la Cruzada contra los Albigenses. Alfonso VIII marchó a Toledo y dirigió a Inocencio III una carta, que probablemente redacto Ximenez de Rada en la que le daba cuenta de la campaña y del victorioso resultado de la Cruzada; parece ser que al Papa se le enviaron el estandarte y la tienda de Miramamolin, cogidos a los almohades en la jornada de las Navas. Durante la campaña, Alfonso IX de León -el Baboso, como le llamaban a el y a su padre los cronistas musulmanes- se había aprovechado de la ausencia del Rey de Castilla, y había ocupado las fortalezas cuya posesión venia reclamándole.
    La batalla de las Navas fue, sin duda, el ultimo gran acto de solidaridad española en la empresa de la Reconquista y en ella combatieron juntos el castellano Alfonso, el catalano-aragones Pedro y el gigante vascón, Sancho de Navarra, cuando ya la idea imperial leonesa, que otras veces había reunido frente al Islam a los príncipes hispanos-cristianos, se hundía definitivamente en el ocaso.
 
 Pendón de las Navas de Tolosa.
  Precioso trofeo arrebatado a los árabes en la batalla de las Navas de Tolosa y custodiado en el Monasterio de las Huelgas Reales. Es el mejor tapiz almohade que se conserva. Está tejido en oro, plata y sedas con un tamaño de 3,30 m. x 2 m. predominando el color rojo, amarillo, azul, blanco y verde y con una inscripción haciendo alusiones a la figura de Alá que rodea una gran estrella central. Posiblemente se trate de un adorno de entrada de la tienda del sultán Abú-Yasuf-jacub, conocido como Miramamolín. 
     En el año 1953 se lleva a cabo su restauración y desde entonces cada año la máxima autoridad militar porta en la procesión del Corpus una copia de tan preciado tapiz. Y es junto con el museo de Ricas Telas la joya más preciada del Monasterio.
TEXTO TRADUCIDO DEL PENDON DE LAS NAVAS
"Me refugio en Dios, de Satanas el apedreado. En el nombre de Dios, piadoso y clemente. La bendición de Dios sea sobre nuestro Señor y dueño, Muhammad el Profeta honrado y sobre su familia y amigos. Salud y paz". 

Texto recogido de don Rodrigo Jiménez de Rada ( Arzobispo de Toledo ), en Historia de los Hechos de España      
      Alrededor de la medianoche del día siguiente estalló el grito de júbilo y de la confesión en las tiendas cristianas, y la voz del pregonero ordenó que todos se aprestaran para el combate del Señor. Y así, celebrados los misterios de la Pasión del Señor, hecha confesión, recibidos los sacramentos, y tomadas las armas, salieron a la batalla campal; y desplegadas las líneas tal como se había convencido con antelación, entre los príncipes castellanos Diego López con los suyos mandó la vanguardia; el conde Gonzalo Nuñez de Lara con los frailes del Temple, del Hospital, de Uclés y de Calatrava, el núcleo central; su flanco, lo mandó Rodrigo Díaz de los Cameros y su hermano Álvaro Díaz y Juan González y otros nobles con ellos; en la retaguardia, el noble rey Alfonso y junto a él, el arzobispo Rodrigo de Toledo y los otros obispos mencionados.      De entre los barones, Gonzalo Ruiz y sus hermanos, Rodrigo Pérez de Villalobos, SueroTéllez, Fernando García y otros. En cada una de estas columnas se hallaban las milicias de las ciudades, tal y como se había dispuesto. Por su parte el valeroso rey Pedro de Aragón, desplegó su ejército en otras tantas líneas; García Romero mandó la vanguardia; la segunda línea, Jimeno Cornel y Aznar Pardo; en la última, él mismo, con otros nobles de su reino; y de forma semejante, encomendó su flancos a otros nobles suyos. Además, llevó consigo algunas fuerzas de las milicias de las ciudades de Castilla. El rey Sancho de Navarra, notable por la gran fama de su valentía, marchaba con los suyos a la derecha del noble rey, y en su columna se encontraban las milicias de las ciudades de Segovia, Ávila y Medina     Desplegadas así las líneas, alzadas las manos al cielo, puesta la mirada en Dios, dispuestos los corazones al martirio, desplegados los estandartes de la fe e invocando el nombre del Señor, llegaron todos como un solo hombre al punto decisivo del combate. Los primeros en entrar en lid en la formación de Diego López de Haro, fueron su hijo y sus sobrinos ya citados, valerosos y decididos. Por su parte, los agarenos levantaron en la cima un reducto parecido a un palenque con los escriños de las flechas, dentro del cual estaban apostados infantes escogidos; y allí se sentó su rey teniendo a su alcance la espada, vistiendo la capa negra que había pertenecido a Abdelmón, el que dio origen a los almohades, y además, con el libro de la maldita secta de Mahoma, que se llama Alcorán. Por fuera del palenque había también otras líneas de infantes, algunos de los cuales, tanto los de dentro como los de fuera, con las piernas atadas entre ellos para que tuvieran por imposible el recurso de la huida, soportaban con entereza la cercanía de labatalla..., luego supimos por los agarenos que eran ochenta mil jinetes...     Los agarenos, aguantando casi sin moverse del lugar, comenzaron a rechazar a los primeros de los nuestros que subían por lugares bastante desventajosos para el combate, y en estos choques algunos de nuestros combatientes, agotados por la dificultad de la subida, se demoraron un rato. Entonces, algunos de las columnas centrales de Castilla y Aragón llegaron en un solo grupo hasta la vanguardia, y se produjo allí un gran desconcierto y el desenlace no se veía claro...     El noble Alfonso, al darse cuenta de ello y al observar que algunos, con villana cobardía, no atendían a la conveniencia, dijo delante de todos al arzobispo de Toledo: "Arzobispo, muramos aquí yo y vos"... Y en todo esto doy fe ante Dios, el noble rey no alteró su rostro ni su expresión habitual, ni su compostura, sino que más bien, tan bravo y resuelto como un león impertérrito, estaba decidido a morir o vencer. Y no siendo capaz de soportar por más tiempo el peligro de las primeras líneas, apresurado el paso las enseñas de los estandartes llegaron jubilosamente hasta el palenque de los agarenos por disposición del Señor.      La cruz del Señor, que solía tremolar delante del arzobispo de Toledo, pasó milagrosamente entre las filas de los agarenos llevada por el canónigo de Toledo Domingo Pascasio, y allí, tal como quiso el Señor, permaneció hasta el final de la batalla sin que su portador, solo, sufriera daño alguno... Mientras tanto, fueron muertos muchos miles de agarenos ante la presión simultánea de los aragoneses, los castellanos y los navarros por sus frentes respectivos...

El cronista Ibn Abi Zar narra la batalla desde el punto de vista musulmán: 
"Al oír Alfonso que Al-Nasir había tomado a Salvatierra, se dirigió contra él con todos los reyes cristianos que le acompañaban y con sus ejércitos. Al saberlo Al-Nasir, le salió al encuentro con las tropas musulmanas: avistáronse los combatientes en el sitio llamado Hisn al'Iqab, (Castillo de la Cuesta, hoy Castro Ferral); allí se dio la batalla. Se plantó la tienda roja, dispuesta para el combate en la cumbre de una colina, Al-Nasir vino a ocuparla y se sentó sobre su escudo con el caballo al lado; los negros rodearon la tienda por todas partes con armas y pertrechos. La zaga, con las banderas y tambores, se puso delante de la guardia negra con el visir Abu Said ben Djami. Se dirigió contra ellos el ejército cristiano. en filas, como nubes de langostas; los voluntarios les salieron al encuentro y cargaron sobre ellos en número de 160.000, pero desaparecieron entre las filas de los cristianos, quienes los cubrieron y combatieron terriblemente. Los musulmanes resistieron heroicos, todos los voluntarios murieron mártires, sin dejar uno; las tropas almohades, árabes y andaluzas los miraban sin moverse. Cuando los cristianos acabaron con los voluntarios, cargaron sobre los almohades y sobre los árabes con inaudito empuje; mas al entablarse el combate huyeron los caídes andaluces con sus tropas por el odio que había dirigido Ibn Djimi al despedirlos.
Cuando los almohades, los árabes y los cábilas bereberes vieron que los voluntarios habían sido exterminados, que los andaluces huían, que el combate arreciaba contra los que quedaban, y que cada vez los cristianos eran más numerosos, se desbandaron y abandonaron a Al-Nasir. Los infieles los persiguieron espada en mano, hasta llegar al círculo de negros y guardias que rodeaban a Al-Nasir; pero los encontraron que formaban como un sólido muro, y no pudieron abrir brecha; entonces volvieron las grupas de sus caballos acorazados contra las lanzas de los negros, dirigidas contra ellos, y entraron en sus filas.
Al-Nasir seguía sentado sobre su escudo, delante de su tienda, y decía "Dios dijo la verdad y el demonio mintió", sin moverse de su sitio, hasta que llegaron los cristianos junto a él. Murieron a su alrededor más de 10.000 de los que formaban su guardia; un árabe entonces, montado en una yegua, llegóse a él y le dijo: "Hasta cuándo vas a seguir sentado?, ¿Oh, Príncipe de los Creyentes!, se ha realizado el juicio de Dios, se ha cumplido su voluntad y han perecido los musulmanes." Entonces se levantó para montar el veloz corcel que tenía al lado; pero el árabe, descabalgando de su yegua le dijo: "Monta en ésta que es de pura sangra y no sufre ignominia, quizás Dios te salve con ella, porque en tu salvación está nuestro bien." Montó Al-Nasir en la yegua, y el árabe en su caballo le precedía, rodeados ambos por un fuerte destacamento de negros, a cuyos alcances iban los cristianos. El degüello de musulmanes duró hasta la noche, y las espadas de los infieles se cebaron en ellos y los exterminaron completamente, tanto que no se salvó uno de mil. Los heraldos de Alfonso gritaban: "Matad y no apresad, el que traiga un prisionero será muerto con él". Así que no hizo el enemigo un solo cautivo este día.
Fue esta terrible calamidad el lunes 15 de safar del 609 (16 de julio de 1212), comenzó a decaer el poder de los musulmanes en al-Andalus, desde esta derrota, y no alcanzaron ya victorias sus banderas; el enemigo se extendió por ella y se apoderó de sus castillos y de la mayoría de sus tierras, y aún no hubiera llegado a conquistarla toda, si Dios no le hubiese concedido el socorro del emir de los musulmanes Abu Yusuf ben Abd al-Haqq, que restauró sus ruinas, reedificó sus alminares y devastó en sus expediciones el país de los infieles.
De vuelta de Hisn al-Iqab fue Alfonso contra la ciudad de Ubeda, y la ganó a los musulmanes por asalto, matando a sus habitantes, grandes y pequeños, y así siguió conquistando al-Andalus, ciudad tras ciudad, hasta apoderarse de todas las capitales, no quedando en manos de los musulmanes sino muy poco poder. Sólo le impidió apoderarse de este resto de botín la protección divina por medio de la dinastía de los benimerines. Dícese que todos los reyes cristianos que asistieron a la batalla de Hisn al-Iqab, y que entraron en Ubeda, no hubo uno que no muriese aquel año."

Este post es gracias a: http://personal.telefonica.terra.es  

"La Historia es el testigo de los tiempos, la antorcha de la verdad, la vida de la memoria, el maestro de la vida, el mensajero de la antiguedad."  Marco Tulio Cicerón (jurista, político, filósofo, escritor y orador romano)

 "Los hechos no dejan de existir sólo porque sean ignorados."  Henry Huxley (biólogo britanico)
 

domingo, 15 de julio de 2012

Nobel y la nitroglicerina, el cabezazo de Zidane y la perla de Susana Díaz

Tal día como hoy de hace 146 un químico e inventor sueco patentaba como explosivo la nitroglicerina, el químico era Alfred Nobel. Nobel había nacido en Estocolmo el 21 de octubre de 1933 en el seno de una familia de ingenieros; a los nueve años de edad su familia se trasladó a Rusia, donde él y sus hermanos recibieron una esmerada educación en ciencias naturales y humanidades. Pasó gran parte de su juventud en San Petersburgo, donde su padre instaló una fábrica de armamento que quebró en 1859.
Regresó a Suecia en 1863, completando allí las investigaciones que había iniciado en el campo de los explosivos  consiguiendo en ese mismo año controlar mediante un detonador las explosiones de la nitroglicerina (trinitrato de glicerilo es un compuesto orgánico, que se obtiene mezclando ácido nítrico concentrado, ácido sulfúrico y glicerina) que había sido sintetizada en 1846 por el químico italiano Ascanio Sobrero para uso farmacológico. 
Sobrero observó que una pequeña porción aplicada en la lengua provocaba un fuerte dolor de cabeza. Posteriormente se supo que esta acción era debida a la dilatación de las arterias de la cabeza. Un año después, en 1847, Constantin Hering, que introdujo la homeopatía en los Estados Unidos, creo la forma de dosificación vía sublingual. En 1857, el médico Sir Thomas Lauder Brunton, de Edimburgo, suministró nitrito de amilo, mediante inhalación y observó que el dolor de la angina de pecho desaparecía transcurridos de 30 segundos a un minuto. En 1879, William Murrell del Hospital de Westminster en Londres, Inglaterra, concluyó que el efecto de la nitroglicerina imitaba al del nitrito de amilo y estableció el uso de nitroglicerina por vía sublingual para el alivio del ataque anginoso agudo, y casi al mismo tiempo lo como profiláctico antes de hacer esfuerzos. En farmacología se utiliza por su potente propiedad vasodilatadora en hipertensión y para aliviar el dolor en angina. Posee la capacidad de relajar las arterias y venas periféricas reduciendo el gasto cardíaco y el consumo de oxígeno por el músculo del corazón.
Pero fue Nobel el que dio con el uso que le daría fama y dinero, el de utilizarlo como potentisimo explosivo patentandolo en 1864.
1865 mejoro su invento cambiando el detonador primero por uno de mercurio. Pero seria en 1866 cuando da el gran salto y crea su gran invento, la dinamita que patento un año después. 
La dinamita es una mezcla con un cuerpo muy poderoso compuesto de nitroglicerina líquida y dióxido de silicio. Por fin la había domesticado la nitroglicerina, reto que tenia desde que uno de sus hermanos, Emilio, murió en una explosión de esta.
Alfred Nobel habia hallado en 1866 una tierra absorbente llamada "kieselguhr" (Diatomita que es roca sedimentaria silícea) era capaz de esponjar cantidades enormes de nitroglicerina. El "kieselguhr" humedecido podía moldearse en barras de manejo perfectamente seguro, pero que conservaban el poder explosivo de la propia nitroglicerina.
Aún produjo otras invenciones en el terreno de los explosivos, como la gelignita (1875) o la balistita (1887). Nobel patentó todos sus inventos y fundó compañías para fabricarlos y comercializarlos desde 1865 (primero en Estocolmo y Hamburgo, luego también en Nueva York y San Francisco). Sus productos fueron de enorme importancia para la construcción, la minería y la ingeniería, pero también para la industria militar (para la cual habían sido expresamente diseñados algunos de ellos, como la balistita o pólvora sin humo); con ellos puso los cimientos de una fortuna, que acrecentó con la inversión en pozos de petróleo en el Cáucaso.
Por todo lo anterior, Nobel acumuló una enorme riqueza, pero también cierto complejo de culpa por el mal y la destrucción que sus inventos pudieran haber causado a la Humanidad en los campos de batalla. La combinación de ambas razones le llevó a legar la mayor parte de su fortuna a una sociedad filantrópica –La Fundación Nobel–, creada en 1900 con el encargo de otorgar una serie de premios anuales a las personas que más hubieran hecho en beneficio de la Humanidad en los terrenos de la física, química, medicina o fisiología, literatura y la paz mundial, y a partir del año 1969 también en la economía (que entrega el Banco Central de Suecia).
Nobel murió de un ataque cardíaco en su casa de San Remo, Italia el 10 de diciembre 1896 a la edad de 63 años.
      
Alfred Nobel y la medalla conmemorativa de sus premios

    
Nitroglicerina y cartuchos de dinamita

EL CABEZAZO DE ZIDANE A MATERAZZI (Final Mundial de Alemania 2006)
Zidane según los alemanes
Según los alemanes
Según los franceses 

         
   
Según los italianos


Según los americanos



Según la prensa

LA PERLA DE SUSANA DÍAZ

"En el PSOE sevillano cabemos todos y no lo hacemos en función de números y porcentajes, sino en función de lo que sentimos por este partido y el compromiso que hemos adquirido"
10/7/2012, Díaz  es Consejera de Presidencia de la Junta de Andalucia y aspirante a secretaria general del PSOE en Sevilla.

* Lastima que su jefe, el secretario general del PSOE en Andalucia y Presidente de la Junta, José Antonio Griñan no piense igual y dijera tres días antes en el Congreso Regional: "Si no me quieren como secretario general, por qué van a querer estar en mi ejecutiva", mucho me temo que Díaz hará lo mismo.

sábado, 14 de julio de 2012

A mis obligaciones

Cumpliendo con mi oficio
piedra con piedra, pluma a pluma,
pasa el invierno y deja
sitios abandonados,
habitaciones muertas:
yo trabajo y trabajo,
debo substituir
tantos olvidos,
llenar de pan las tinieblas,
fundar otra vez la esperanza.

No es para mí sino el polvo,

la lluvia cruel de la estación,
no me reservo nada
sino todo el espacio
y allí trabajar, trabajar,
manifestar la primavera.

A todos tengo que dar algo

cada semana y cada día,
un regalo de color azul,
un pétalo frío del bosque,
y ya de mañana estoy vivo
mientras los otros se sumergen
en la pereza, en el amor,
yo estoy limpiando mi campana,
mi corazón, mis herramientas.

Tengo rocío para todos.
Pablo Neruda 

lunes, 9 de julio de 2012

Historia de una Bandera en sus banderas

Desde el año 718 en que los dirigentes astures que, reunidos en Cangas de Onís bajo el liderazgo de Pelayo, tomaron la decisión de rebelarse y no pagar los impuestos exigidos por el gobernante del norte de la península ibérica musulmana el beréber Munuza y con la batalla de Covadonga en el 722 se puede decir que se empieza la Reconquista de España a los Musulmanes, muchas han sido las banderas usadas, bien es verdad que todavía no se tenia el concepto de España como un solo Reino, pero así empezó todo, aunque quizás podríamos afirmar que la primera divisa utilizada estuvo constituida por el penacho rojo con que los íberos adornaban el casco de bronce que les cubría. Es interesante constatar que este color va a ser nuestro color nacional por excelencia.
No existe documento que precise cual fue la enseña enarbolada por Pelayo, primer Rey de Asturias (722-737) en la batalla de Covadonga. Parece ser que las armas del primer rey de la Reconquista estaban constituidas por un león rojo sobre campo blanco pero Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) supone que fue una cruz roja, pero la tradición secular prefiere relatar que Pelayo alzó ante sus tropas una cruz de madera de roble, llamada de la Victoria. Esta cruz fue recubierta de oro por Alfonso III "el Magno" en el 908 y expoliada de la catedral de Oviedo en 1977.
La bandera mas antigua que conocemos es la de Ramiro I de Asturias (842-850) utilizada en la batalla de Clavijo.
 Bandera Real de Ramiro I (842-850) 
Bandera Real de Ramiro I (842-850)
La expansión de Asturias al sur de la cordillera cantábrica obligó a elegir una nueva capital del reino, y así, a la muerte de Alfonso III, el mayor de sus hijos, García (910-914), fue el primero en titularse Rey de León, mientras que sus hermanos Ordoño y Fruela quedaban como reyes feudatarios de Galicia y Asturias. En el 912 claramente, el signo distintivo del nuevo reino es el león y como tal es su pendón.
 Pendón de León (912)  
 Pendón de León (912)
Fernando I (1037-1065), primer rey de Castilla, su heráldica consistía en una banda de oro y las cabezas zoomorfas o tragantes que sostienen la banda pueden representar mitológicos dragones que los antiguos castellanos situaban en las agrestes montañas en las que tuvo origen el reino, o sierpes, o leones. 
 Banda Real de Castilla 
Banda Real de Castilla 
Mas tarde fue Fernando III "el Santo" (1217-1252), al unir ambos reinos bajo un cetro usó en sus despachos cordones rojos y amarillos entrelazados, primer antecedente de los colores de la actual bandera, y reunió los símbolos de Castilla y de León en un escudo contracuartelado o en banderas; la banda de oro no dejó de usarse por ser divisa de la Casa de Castilla, el rey la llevaba por herencia y derecho de sangre. 
Pendón de la Conquista de Sevilla (1248) Pendón de Fernando III "El Santo" (1248) 
Pendón de la Conquista de Sevilla (1248) y Pendón de Fernando III "el Santo" (1248) 
Alfonso X "el Sabio", en su Segunda Partida - Tomo XXIII, leyes 12 a 15- ofrece el primer documento coetáneo en el que se definen las banderas y estandartes. Según ellas, el estandarte es enseña cuadrada - cómo sigue siéndolo en la actualidad - que sólo corresponde al emperador y al rey; la enseña cabdal o de caudillo era cuadrada, terminando en puntas, la llevaba quien tenía más de cien caballeros. Las banderas eran insignias rectangulares enhebradas en un asta, más largas que anchas, pero sin llegar a tocar el suelo, y las llevaban los que eran jefes en un número de caballeros que oscilase entre diez y cincuenta.
Bandera de Alfonso X "El Sabio" (1252-1284) 
Bandera de Alfonso X "el Sabio" (1252-1284)
Como España era un cumulo de reinos, condados, etc. en que cada uno tenia sus banderas o pendones y la historia de estos, es verdad que los que prevalecen son los de Castilla y León principalmente

Pendón Real de Alfonso VIII o de las Navas (1212)Bandera del Antiguo Reino de Navarra 
Pendón Real de Alfonso VIII o de las Navas (1212) y Bandera del Antiguo Reino de Navarra 
El Pendón Real estuvo presente en la memorable batalla de las Navas de Tolosa con Sancho VII "el Fuerte" , batalla que se cumplirá el próximo 16 de julio 800 años.
 Bandera del Antiguo Reino de AragónEscudo de Aragón 
Bandera del Antiguo Reino de Aragón y Estandarte desde el año 1096, bajo el reinado de Pedro I
Bandera de mesnada castellana (siglo XI) Pendón de Baeza 
Bandera de mesnada castellana (siglo XI) y Pendón de Baeza (1147)
Bandera Real de Castilla y León (siglo XIII) Escudo de Asturias 
Bandera Real de Castilla y León (siglo XIII) y la cruz de la Victoria, o cruz de Covadonga
Conseguida la unidad nacional mediante el casamiento de doña Isabel I de Castilla (1474-1504) y don Fernando II de Aragón (1479-1516) el 19-X-1469, y de acuerdo con los grandes, prelados y Cortes de ambos reinos, se determinó que las armas de Castilla y León se antepusieran a las armas de Aragón y Sicilia y éstas a las demás, quedando en este orden: Castilla, León, Aragón, Sicilia, Toledo, Valencia, Galicia, Mallorca, Sevilla, Cerdeña, Córdoba, Córcega, Murcia, Los Algarves, Algeciras y Gibraltar, Barcelona, Vizcaya y Molina, Atenas y Neopatria, Rosellón y Cerdeña, Oristán y Gociano.
 Guión Real de los Reyes Católicos (1474-1504)     Estandarte de Caballería de los Reyes Católicos (1474-1504) 
Guión Real de los Reyes Católicos (1474-1504) y Estandarte de Caballería de los Reyes Católicos (1474-1504)
Los Reyes Católicos utilizaron el guión de la Banda de Castilla, adornado con yugos y flechas (unos al anverso, las otras al reverso), iniciales de sus nombres y la leyenda "Tanto monta, monta tanto".
 Bandera de Infantes de los Reyes Católicos (1492) 
Bandera de Infantes de los Reyes Católicos (1492)
El estandarte de los Reyes Católicos es propiamente un escudo sobre tela con los cuarteles de ambos monarcas: Castilla y León por Isabel I y Aragón y Sicilia por Fernando II.
 Pendón Real de los Reyes Católicos (1492)   Pabellón Real de los Reyes Católicos (1492) 
Pendón Real de los Reyes Católicos (1492) y Pabellón Real de los Reyes Católicos (1492) 
La conquista de Granada (2-I-1492) añade un nuevo símbolo al escudo, la Granada en punta, y la incorporación de Navarra, con motivo de las segundas nupcias de Fernando II "el Católico" con Germana de Foix (1488-1538) se consiguió la unidad definitiva de España y se introducen las cadenas en campo de gules. Queda completado por los emblemas de ambos: el yugo de Fernando y las cinco flechas de Isabel, con la leyenda de "Tanto monta" y todo sobre el águila de San Juan Evangelista, todo ello según se recoge en la Concordia de Segovia.
 Bandera de Infantería de los Reyes Católicos (1474-1504) 
Bandera de Infantería de los Reyes Católicos (1474-1504) 
Los Reyes Católicos tuvieron cuidado de separar desde un principio las armas reales o nacionales de las privativas suyas.
 Guía Real de Fernando (1506)        Estandarte de la Guardia Vieja de Castilla (1493-1503) 
Guión Real de Fernando (1506) y Estandarte de la Guardia Vieja de Castilla (1493-1503)
Bandera Naval de las Expediciones a las Indias (1503)    Bandera de la Flota de Barcelona (1479) 
Bandera Naval de las Expediciones a las Indias (1503) y Bandera de la Flota de Barcelona (1479)
El casamiento, el 8-IX-1496, de Felipe I (1478-1506), hijo de Maximiliarno I de Austria y de María de Borgoña, con doña Juana I de Castilla (1479-1555), hija de los Reyes Católicos introdujo en España a la dinastía de los Austrias, obliga a una nueva modificación al incorporarse el escudo de armas del Ducado de Borgoña, Archiducado de Austria y Condados de Brabante, Flandes y Tirol y, además, un signo distintivo que pasaría de inmediato a las banderas y que aún hoy se conserva en el guión real de don Juan Carlos I: la cruz de Borgoña o aspa de San Andrés.
Bandera de Felipe "El Hermoso" (1506)
Bandera de Felipe "El Hermoso" (1506) 
Muerto Felipe, el año de 1506, e incapacitada para gobernar Juana, su padre, el rey Católico, regentaría por segunda vez Castilla.
Durante el largo reinado (1516-1556) de Don Carlos I (1500-1558) varios fueron los símbolos que rodearon la figura de este monarca: la bandera imperial amarilla, con el escudo del águila bicéfala, representando a España y a Alemania, la bandera real de Castilla, a la que añadieron en este reinado las columnas "Plus Ultra", símbolo de América, y el pabellón español con los escudos de Castilla y León, acuartelados en el cantón diestro del jefe; Aragón y Sicilia, partidos en el cantón siniestro del jefe; y Granada en el centro, Austria, Borgoña moderna y antigua, Bravante, cuartelados en la punta con escusón partido de Flandes y Tirol.
 Bandera Real de Castilla    Estandarte de Carlos I 
Banda Real de Castilla, reinado de Carlos I (1517-1556) y Estandarte de Carlos I (1517-1556)

 Bandera Imperial de España          Bandera Imperial de Carlos I 
Banda Imperial de España (1518-1556) y Banda Imperial de Carlos I (1518-1556)
Al acceder al trono (1556-1598) Felipe II (1527-1598), al no existir todavía el concepto de Bandera Nacional tal y como lo entendemos en la actualidad, ya que el verdadero símbolo de la nacionalidad lo constituía el Escudo Real ordenó que, además de las banderas de cada compañía, cada Tercio llevase otra en cabeza de color amarillo con las aspas de Borgoña en rojo.
Las unidades de Caballería llevaban las mismas banderas pero de tamaño más pequeño, llamadas estandartes.
Bandera Real de España, reinado de Felipe II (1556-1598)   Bandera de los Galeones de España 
Bandera Real de España, reinado de Felipe II (1556-1598) y Bandera Coronela de Infantería (siglo XVI)
Estandarte Real (1565)     Pendón de Felipe II (1580-1598) 
Estandarte Real (1565) y Pendón de Felipe II (1580-1598)
En la segunda mitad del siglo XVII, Felipe IV (1605-1665) estableció que las banderas de Tercio y Compañía fuesen iguales: rojas con una imagen de la Virgen. Aún con todo, continuaron usándose otras: rojas, blancas, a listas y a cuadros, todas con el Aspa de Borgoña, como podemos observar en la famosa obra de Velázquez "La rendición de Breda".
    Bandera Naval (1630)
Bandera de Tercio (siglo XVII) y Bandera Naval (1630)
El Rey Carlos II (1661-1700) dispuso de bandera y estandarte reales con su escudo de armas y el anagrama de su nombre sobre la cruz de Borgoña, de forma muy similar en la segunda de estas insignias a como lo habría hecho un capitán de compañía.
Bandera Real de Carlos II    Bandera Real de Carlos II
Banderas Reales de Carlos II (1665-1700)
Durante el reinado de Carlos II (1666-1700), las banderas eran, por lo general, blancas, amarillas, azules o verdes, y las de la Armada llevaban, ya desde el siglo XVI, el escudo de armas reales, acompañado de imágenes religiosas. Con motivo de la independencia de Portugal fueron suprimidas las quinas del escudo (1685)
 Estandarte de Capitana, del Almirante General de la Armada del Mar Océano, Antonio de Oquendo (1626-1640)
 Estandarte de Capitana, del Almirante General de la Armada del Mar Océano, Antonio de Oquendo (1626-1640) 
Muerto Carlos II sin descendencia quedó extinguida la Casa de Austria. Alrededor de la herencia se movió la ambición de Europa entera y estalló una guerra larga y sangrienta. la llamada Guerra de Sucesión Española (1701-1713), consecuencia de la cual sería, en franco declinar de la hegemonía hispana, la pérdida de los Países Bajos, Nápoles, Milán, Sicilia, Menorca y el Peñón de Gibraltar.
Felipe, hijo del delfín Luis de Francia y de Mariana de Baviera, fue el introductor de la casa de Borbón; realizó una tarea de reconstrucción cuya meta fue la centralización del poder para robustecimiento de la monarquía.
Hasta la llegada al trono de España de Felipe V (1700-1746), el primer rey de la Casa de Borbón, las banderas tenían un carácter personal o familiar, excepto el estandarte, guión o pendón real, que se convirtió en divisa de la nación en el siglo XVIII. Sin embargo, aún no estaba determinado el color del soporte, constituyendo la verdadera representación nacional el conjunto de las armas, fijadas en seda, damasco, lienzo, etc.
(1701-1746) Pabellón Real de España, reinando de Felipe V    Bandera perteneciente a las Instalaciones y Fortificaciones de la Marina durante el siglo XVIII 
(1701-1746) Pabellón Real de España, reinando de Felipe V y  Bandera perteneciente a las Instalaciones y Fortificaciones de la Marina durante el siglo XVIII
El tercer hijo de Felipe V, quién luego sería Carlos III de España (1716-1788), había conquistado, con un ejército expedicionario español, los Ducados de Parma y Toscana en 1731, que cedió a familiares próximos cuando en 1734, al frente también de tropas españolas, conquistó los reinos de Nápoles y Sicilia, siendo coronado Rey de los mismos. Era primo del Rey de Francia y todos estos Estados gobernados por Borbones, enarbolaban banderas blancas, al igual que en España, donde en 1759 reinaba su hermano Fernando VI.
En este último año, al fallecer Fernando VI sin descendencia, el trono de España pasó a Carlos III (1759-1788), quien dejó como rey de Nápoles a su tercer hijo Fernando, ya que el heredero le acompañó a España y otro hijo estaba incapacitado para reinar.
 Estandarte Real de España - Carlos III  Pabellón Real de España 
(1759-1838) Estandarte Real de España - Carlos III y (1759-1931) Pabellón Real de España
Las guerras mantenidas en aquel tiempo y a que se confundía con la de otros estados regidos por dinastías borbónicas (Francia, España, Nápoles, Toscana, Parma y Sicilia), cuyo color distintivo era el blanco, puesto que en la mar no se podía distinguir a los amigos de los enemigos hasta que podían verse los escudos, Carlos III, a propuesta del bailío frey don Antonio Valdés, a la sazón ministro de Marina, promovió un concurso de diseños, de los cuales presentó doce al monarca.
Modelos de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos III:
 Modelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIModelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIModelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos III 
Modelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIModelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIcarlos iii 
Modelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIModelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIModelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos III 
Modelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIModelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos IIIModelo de Bandera propuesto para buques de guerra en 1785 a Carlos III 
De entre éstas el rey eligió la primera, como señala el Real Decreto de 28 de mayo de 1785. Cómo resultado de ello se promulgó la Ordenanza General, que en el tratado IV, título I, expresa que:
"Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la bandera nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en las mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Quadrado amarillo en la parte superior. Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismo colores, debiendo ser la lista de enmedio amarilla y del ancho de la tercera parte de la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales encarnada y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse de otros Pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo a Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Oceáno, y en el Mediterráneo desde el primero de año de mil setecientos ochenta y seis; en la América Septentrional desde principio de julio siguiente; y en los demás Mares desde primero del año mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento.
Señalado de mano de S.M. en Aranjuez, a veinte y ocho de Mayo de mil setecientos ochenta y cinco.
A. D. Antonio Valdés.
La bandera elegida por el rey, las tres fajas son de igual anchura, Carlos III insistió en que la faja central fuese el doble que las rojas, ocupando con ello la mitad de la bandera y que sus Armas Reales se redujeran a un castillo y un león, sustituyendo a los mismos acuartelados, que figuraban en el proyecto. 
 Bandera para buques de guerra adoptada en 1785 tras decreto de Carlos III 
(1785 - 1931) Bandera para buques de guerra adoptada en 1785 tras decreto de Carlos III
Esta bandera se mantuvo en vigor en la Armada hasta el 27 de abril de 1931, con la única salvedad de que el Decreto de 17 de febrero de 1873 le quitó la corona del escudo, que se la devolvió el Decreto de 6 de enero de 1875.
Mucho se ha hablado de los motivos que indujeron a Carlos III a elegir estos colores encarnado y amarillo; sin embargo, aunque es cierto que fueron comunes en los escudos de Castilla, León, Aragón y Navarra, no es posible asegurar que fuera éste el motivo de la elección; se cree que lo que influyó en el ánimo del monarca fue la facilidad para distinguirlos a grandes distancias, e incluso también la calidad y el coste de la lanilla que se empleaba en su confección.
Por Real Orden de 20 de septiembre de 1785 se aprobó el diseño de bandera del Correo Marítimo, que era una variante de la de guerra:

 Bandera de España aprobada por Carlos III para los buques mercantes 
Bandera de España aprobada por Carlos III para los buques mercantes
  
Bocetos originales del Real Decreto de 28 de Mayo de 1785
En el reinado (1788-1808) de Carlos IV (1748-1819), las Ordenanzas Generales de la Armada Naval de 8 de marzo de 1793 hacen extensivo el uso de la bandera rojigualda a las plazas marítimas, castillos y defensas de las costas y la definen como Bandera Real.
Durante las Cortes de Cádiz y la redacción de la Constitución Española de 1812 "la Pepa", la bandera de España.

  Bandera de las Cortes de Cádiz (1812), regalada por don Diego Muñoz Torrero, diputado liberal y sacerdote nacido en Cabeza de Buey (Badajoz)
Los constitucionales del General Riego llevaron banderas rojas y amarillas en Cabezas de San Juan y la Milicia Nacional, por Decreto de 31 de agosto de 1820, artículo 71, usó bandera de tafetán formado por dos fajas rojas y una amarilla, intermedia, todas de igual anchura.
 En sesión de 1 de noviembre de 1820, por un Real Decreto se dispuso que las banderas y estandartes del Ejército y Milicia Nacional fueran sustituidas por unas enseñas consistentes en un león de bronce que sostenía, con una de sus garras, el libro de la Constitución de 1812.
 Insignia del León (1821-1823)                            El portainsignia era conocido con el nombre de "Leonífero" 
Insignia del León (1821-1823) y el portainsignia era conocido con el nombre de "Leonífero"
En 1823 regresa Fernando VII al poder absoluto, decretando la disolución de todo el ejército y de la Milicia Nacional y derogar lo legislado en el período constitucional.
 Bandera denominada Real (1824) 
Bandera denominada Real (1824)
El estandarte real usado durante la coronación (1833-1868) de Isabel II (1830-1904) tuvo fondo morado, color erróneamente atribuido al Pendón de Castilla, que fue carmesí, y de esta forma se conservó para sus dos siguientes sucesiones. 
 Pendón Real de España. (1833-1868 y 1875-1931)   
Pendón Real de España. (1833-1868 y 1875-1931) y Pendón de Castilla de color carmesí
La reina tuvo en cuenta que el pabellón nacional había de ser el verdadero símbolo de España y deseando uniformar la variedad de colores existentes en las banderas de los cuerpos del Ejército, promulgó el Real Decreto del Gobierno Provisional, de 13 de octubre de 1843, por el que todos los cuerpos del Ejército, así como los de la Milicia nacional.
"Siendo la bandera nacional el verdadero símbolo de la monarquía española, ha llamado la atención al Gobierno la diferencia que existe entre aquélla y las particulares de los Cuerpos del Ejército: tan notable diferencia trae su origen del que tuvo cada uno de sus mismos Cuerpos, porque formados bajo la dominación e influjo de los diversos reinos, provincias ó pueblos en que estaba antiguamente dividida la España, cada cual adoptó los colores o blasones de aquel que le daba nombre. La unidad de la monarquía española y la organización del Ejército y demás dependencias del Estado exigen imperiosamente que desaparezcan todas las diferencias hasta ahora han subsistido sin otro fundamento que el recuerdo de su división local, perdido desde bien lejanos tiempos.
Por tanto el Gobierno provisional, en nombre de S.M. la Reina Doña Isabel II, ha venido en decretar la siguiente:
Art. 1º Las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia Nacional serán iguales en colores a la bandera de guerra española y colocados por el mismo orden que lo están en ella.
..."
En 1843 Isabel II tenía 13 años de edad, por lo que poca intervención pudo tener en la sustitución del color blanco de su dinastía por el rojo y gualda adoptado por su bisabuelo, para distinguir a los buques de los de otras naciones.
 Bandera de Artillería de Marina (1844)   Bandera del Regimiento de Infantería de Málaga Número 40 
Bandera de Artillería de Marina (1844) y (1843-1870) Bandera del Regimiento de Infantería de Málaga Número 40
La revolución de 1868, la Gloriosa, estableció el denominado Gobierno Provisional, época en la que dominó el espíritu de innovación, el escudo registró la incorporación de las cadenas de Navarra y de las columnas de Hércules, acompañada de la supresión de aquellos otros cuarteles con referencia a las casas de Austria y de Borbón (escudete de las tres flores de lis borbónicas); estas modificaciones junto con la sustitución de la corona real por la mural, pasaron a la bandera.
 
 Escudo de España durante el Gobierno Provisional (1868-1870) y la Primera República (1873-1874)
El advenimiento al trono (30-XII-1870-1873) de Amadeo de Saboya (1845-1890), volvió a poner en vigor el Real Decreto de 13 de octubre de 1843 y sustituyó las flores de lis por el escudete con la cruz blanca (cruz de plata sobre campo rojo) y la corona real, representación de la Casa de Saboya.
 Archivo:Armas de Amadeo I de Saboya.svg 
Escudo de España durante el reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)
 La República, proclamada el 11 de febrero de 1873, tampoco alteró los colores de la bandera, se suprimieron de los escudos todos los símbolos reales, órdenes de 2 de octubre de 1873  y 20 de enero de 1874, que no fueron reemplazados por ningún otro atributo, aunque se proyectó la adopción de una nueva bandera tricolor, roja, blanca y azul, al final esta no se modificó.
Bandera Nacional y de Guerra (1873-1874)- Primera República.  
Bandera Nacional y de Guerra (1873-1874)- Primera República (En la figura puede observarse como en respuesta a lo dispuesto en las citadas órdenes; en el lugar de la corona se colocó un paño nuevo)
El rey Alfonso XII (1857-1885), a poco de subir al trono, el 6 de enero de 1875, restableció plenamente el Decreto de 13 de octubre de 1843, que había ido cayendo en desuso, y en 1876 reintegró a los escudos los emblemas que habían tenido hasta el 29 de septiembre de 1868. 
 Escudo de Carlos III de España Toisón y su Orden variante leones de gules.svg 
Escudo de Alfonso XII de España
Proclamada la Segunda República (14-IV-1931), la Presidencia del Gobierno Provisional de la República, por Decreto de 27 de abril de 1931, se cambió la bandera y el Escudo de España para de este modo romper con el pasado, al que asoció con la idea de la monarquía y no con la patria. El Decreto se recoge a continuación: 
"Artículo 1°.- Se adopta como bandera nacional para todos los fines oficiales de representación del Estado dentro y fuera del territorio español y en todos los servicios públicos, así civiles como militares, la bandera tricolor que se describe el artículo 2° de este Decreto. 
Artículo 2°.- Tanto las banderas y estandartes de los Cuerpos como los servicios en fortalezas y edificios militares, serán de la misma y dimensiones que las usadas hasta ahora como reglamentarias. Unas y otras estarán formadas por tres bandas horizontales de igual ancho, siendo la roja la superior, amarilla la central y morada oscura la inferior. EN el centro de la banda amarilla figurará el escudo de España, adoptándose por tal el que figura en el reverso de las monedas de cinco pesetas acuñadas por el Gobierno provisional en 1869 y 1870.                                          
Bandera de endrizar de la Segunda República (1931-1939)     
(1931-1939) Bandera de la Segunda República y Escudo 
Con el alzamiento del 18 de julio de 1936 en el bando sublevado al mando del General Francisco Franco la bandera es la de la República hasta el Decreto de 29 de agosto 1938 del referido año, en su artículo único disponía que: Se restablece la bandera bicolor rojo y gualda como Bandera de España; en cuanto al escudo se mantuvo el de la República hasta que el Decreto de 2 de febrero de 1938, en su Artículo 1°, determinaba que: 
"El escudo de España se constituye con la heráldica de los Reyes Católicos, sustituyendo las armas de Sicilia por las del antiguo reino de Navarra, con la que se integran los blasones de las agrupaciones de estados medievales que constituyen la España actual." 
Artículo 2º "Cuartelado. El primero y el cuarto, cuartelados; también primero y cuarto de gules, con un castillo de oro con tres almenas, con tres homenajes o torres con tres almenas cada una, mamposteado de sable y aclarado de azul, segundo y tercero de plata, con un león rampante de gules coronado de oro, linguado y armado de lo mismo. Segundo y tercero, partidos en pal: el primero de oro, con cuatro palos de gules; el segundo, de gules, con una cadena de oro, de la cual arrancan ocho segmentos que se reúnen en el centro en una joya, centrada por esmeralda. Entado en punta, con una granda en su color rajada de gules y tallada y hojada con dos hojas de sínople. Coronel de ocho florones (visibles cinco). El todo sobre el águila de San Juan, pasmada, de sable, nimbada de oro, con el pico y las garras de gules: éstas armadas de oro. A la derecha de la cola del águila, un yugo de gules, con sus cintas de los mismo; a la izquierda, un haz de flechas, de gules con sus cintas de los mismo. En al divisa, las palabras "Una", "Grande" y "Libre". El todo flanqueado por dos columnas de plata sobre ondas de azur, surmontadas por coronas de oro. En la del lado derecho se enrosca una cinta con la palabra "Plus"; en la del lado izquierdo, otra con la palabra "Ultra"."
   Bandera Nacional (1938-1945) 
Bandera del bando nacional durante la Guerra Civil (1936-1938) y Bandera Nacional (1938-1945)
 Bandera Nacional (1945-1977) 
Bandera Nacional (1945-1977)  
El 21 de Enero de 1977 ya como Jefe del Estado (1975) el rey Juan Carlos I (1938) se aprobó un nuevo reglamento en el Real Decreto n° 1511, que difería del anterior tan solo en que el águila tenía sus alas mucho más abiertas, (águila "pasmada"), las columnas de Hércules vuelven a colocarse dentro de las alas, y la cinta con el lema UNA GRANDE LIBRE se desplaza del cuello del águila, para situarse por encima de su cabeza. Esta bandera estuvo vigente hasta octubre de 1981 aunque la Constitucion Española de 1978 aprobada por todos los españoles dice en su Artículo 4º apartado 1: "La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
 Bandera Nacional (1977-1981) 
Bandera Nacional (1977-1981) y Bandera Constitucional (1978) 
La Ley 39/1981, de 28 de octubre regula el uso de la Bandera de España y el de otras banderas y enseñas. En su Artículo Primero expone que:
"La bandera de España simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución.
Artículo Segundo.
Uno. La bandera de España, de acuerdo con lo preceptuado en el artículo cuarto de la Constitución española, está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
Dos. En la franja amarilla se podrá incorporar, en la forma que reglamentariamente se señale, el escudo de España.
El escudo de España figurará, en todo caso, en las banderas a que se refieren los apartados uno, dos, tres y cuatro del artículo siguiente.
..."
Y en la Ley n° 33/1981 de 5 de octubre de 1981 se reguló el nuevo escudo para España, que es el actual en su Artículo Primero dice:
"El escudo de España es cuartelado y entado en punta. En el primer cuartel, de gules o rojo, un castillo de oro, almenado, aclarado de azur o azul y mazonado de sable o negro. En el segundo, de plata, un león rampante, de púrpura, linguado, uñado, armado de gules o rojo y coronado de oro. En el tercero, de oro, cuatro palos, de gules o rojo. En el cuarto, de gules o rojo, una cadena de oro, puesta en cruz, aspa y orla, cargada en el centro de una esmeralda de su color. Entado de plata, una granada al natural, rajada de gules o rojo, tallada y hojada de dos hojas, de sinople o verde.
Acompañado de dos columnas, de plata, con base y capitel, de oro, sobre ondas de azur o azul y plata, superada de corona imperial, la diestra, y de una corona real, la siniestra, ambas de oro, y rodeando las columnas, una cinta de gules o rojo, cargada de letras de oro, en la diestra «Plus» y en la siniestra «Ultra».
Al timbre, corona real, cerrada, que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas, compuesto de ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco, interpoladas de perlas y de cuyas hojas salen sendas diademas sumadas de perlas, que convergen en un mundo de azur o azul, con el semimeridiano y el ecuador de oro, sumado de cruz de oro. La corona, forrada de gules o rojo.
..."
 
Bandera de España desde 1981


 Honra a la Patria en el pasado, glorifícala en el presente e impúlsala para el futuro.