Fuente: Diario El Mundo. 8/05/2013 TRIBUNA - Autor: Juan Antonio Sagardoy Bengoechea (catedrático de Derecho del Trabajo)
¿Por qué no contratan los empresarios?
Los empresarios no contratan, básicamente, por falta de espíritu
emprendedor y rechazo social a los empresarios. Por la pésima situación
económica. Por una normativa legal administrativa claramente inadecuada y
asfixiante y unas leyes laborales que son susceptibles de mejora en
materia de contratación. Y por la falta de un consenso político en
buscar soluciones al escandaloso desempleo que nos asola. Veámoslo por
ese orden advirtiendo que tan solo quiero resaltar algunos de los males
que nos aquejan en lo que concierne al paro, sin tratar de ofrecer en
profundidad soluciones a todos los problemas.
Hay estadísticas que demuestran que, por razones culturales, sociales
y económicas, los españoles somos más propensos a la seguridad que al
riesgo. Por eso para la mayoría de los jóvenes su meta preferida es ser
funcionario. Ello coincide con una escasa valoración social de la
innovación y la iniciativa, y un sistema educativo en que brilla por su
ausencia el espíritu emprendedor, así como el papel del empresario
respecto a la creación de bienestar y empleo. Por el contrario suele
predicarse lo opuesto: en algún libro de la llamada Educación para la
Ciudadanía se definía al empresario como un ¡repugnante ser antisocial,
egoísta y explotador del prójimo! Y claro, con tales mimbres mal se
puede inculcar en los jóvenes afición el emprendimiento. Y si no hay
emprendedores, no hay empleo. La educación, la familia, el marco
institucional, los medios de comunicación y la estabilidad económica son
muy importantes para lograr un espíritu que lleve a la creación de
empresas.
En España es curioso que, según una encuesta del Eurobarómetro, la
visión social de los empresarios es ambivalente. Mientras un 83%
considera que los empresarios benefician a todos con su creación de
riqueza (porcentaje solo superado por Islandia y Portugal), el 62% tiene
una imagen negativa por entender que «sólo piensan en su bolsillo» o
«se aprovechan del trabajo de otros». Sólo nos superan en porcentaje
Chipre y Grecia. Y estoy seguro que ahora el porcentaje sería bastante
más alto. Es significativo sin embargo que en alguna región, con bajo
índice de paro respecto al nacional, como Guipúzcoa, el 65% tiene una
imagen positiva o muy positiva de los empresarios. En definitiva, y
dando por hecho que hay que profundizar en la ética en los negocios y en
la Responsabilidad Social Corporativa, debemos tomar medidas de todo
tipo para fomentar el espíritu emprendedor y valorar al empresario.
Valorar lo que aporta más que lo que gana. Si no, es tirar piedras
contra el propio tejado: queremos empleo y a la vez denostamos a quien
lo da.
La segunda cuestión se refiere a la situación económica. Sería una
insensatez que tratase de explicar los problemas y soluciones que
podamos dar, pero sí parece oportuno hacer unas breves reflexiones. La
primera afirmación a modo de axioma de cabecera es que si no hay una
situación económica buena, el empleo desaparece y no vuelve. Dicho en
términos sencillos, si no hay negocio, si no hay ventas, si no hay
recursos económicos para producir y sostener, no habrá contratación
laboral. Es obvio. Pero además, habrá de modo creciente más despidos. Y
ahí hay mucho que hacer aunque algo se esté haciendo. Sin afán
exhaustivo yo diría, que las cargas fiscales deben ser las adecuadas
para que no se muera el consumo, ni se asfixie a la empresa. Soy de los
que creen –y ejemplos tenemos en la Comunidad de Madrid– que la
disminución de ingresos del erario público por impuestos menores, se
compensan con mucha más aportación al Fisco, por la actividad económica
que genera el que se tenga dinero para gastar y para invertir. Menos
impuestos es igual a más ingresos fiscales. Por otra parte, hay que
invertir en gastos productivos y abandonar, con energía los
improductivos. Hace unos días decía en este periódico Lamo de Espinosa
que hay que reducir los yacimientos de gasto improductivo y llevar esos
recursos a obra civil que genere productividad. La política de
Roosevelt, en la Gran Depresión, tuvo unos efectos positivos.
Por otra parte, hay que facilitar el crédito, sobre todo a las pymes
(sin olvidar la promesa de IVA pagado con factura cobrada) para que
pueda fluir su actividad empresarial. Sin capital es como vivir sin
pulmón. Y las empresas están con graves problemas de financiación.
Luchar ahí es luchar por el empleo. En definitiva, los bienes y
servicios que producen las empresas requieren medios económicos para
producirlas y mercado donde colocarlos. Por ahí hay que avanzar.
El tercer tema es el de la normativa legal, como protagonista
importantísimo de la actividad empresarial. Primero me refiero a todo el
entramado legislativo no laboral. Es tremendo que, según el Informe del
Banco Mundial, Doing Business 2013, poner en España un negocio en
marcha nos coloca en el mundo en el puesto ¡134º! (por detrás de Zambia)
y en cuanto a las facilidades ordenancistas para hacer negocios estamos
en el 44º. Así no podemos seguir. Hay que sacudirse el polvo
paralizador de la burocracia, incrementada en nuestro caso por la falta
de unidad de mercado gracias a los reinos de taifas autonómicos. Se ha
hecho mucho pero queda mucho más por hacer. Eso que se decía de EEUU que
llegabas a la mañana y a la tarde abrías un negocio, tendría que ser
más que una anécdota. La burocracia es necesaria y tiene aspectos
positivos como la racionalización, la seguridad, el orden… Pero cuando
se convierten las normas en objetivos en lugar de medios, el sistema se
pervierte. La burocracia tiene que ser un cauce no un dique. Y entre
nosotros, los trámites, el tiempo y el coste, son inasumibles por las
empresas. Y como es lógico, impide crear empleos. Según un estudio de la
Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas de 2007, la
media de trámites para abrir un negocio en España es de 13 a 15; el
tiempo, entre 150 y 240 días; y el coste, entre 1.500 y 3.500 euros. En
tiempo y coste, el doble que la media de la UE. En Australia el tiempo
es un cuarto de hora y 35 días en México. El coste, 1 euro en Austria y
331 en Australia. Y en trámites, 4 en Australia y 11 en México. Y no
olvidemos que el exceso de burocracia favorece la corrupción.
En cuanto a la normativa laboral, creo que la Reforma no genera
despidos sino que los canaliza con unos trámites más simples, pero a la
vez está evitando destrucción de empleo a través de medidas preventivas
de flexibilidad interna. A pesar de todo habría que entrar en la reforma
de los contratos, abandonando el marasmo actual para ir a un contrato
único, mejores contratos formativos y un contrato por «necesidades
empresariales», de carácter temporal, que aunase todas las fórmulas de
contratos temporales que ahora tenemos. Y desde luego el contrato a
tiempo parcial, que puede dar mucho empleo, está esperando desde hace
muchos años su flexibilización a fondo.
Finalmente, el cuarto punto, requiere poca reflexión. Me parece una
idea muy acertada que el Rey tome la iniciativa de llamar a capítulo a
las fuerzas políticas y sociales para buscar un Pacto contra la crisis.
Sería un gran servicio a España. Pues ¿qué desgracia tenemos los
españoles para que ante un drama nacional de tales proporciones como el
paro del 27% y más del 50% entre los jóvenes, los partidos (al menos PP y
PSOE) no se pongan de acuerdo en buscar soluciones? Pues eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario