He esperado a hoy lunes de Pentecostés, día de la salida por su aldea de Nuestra Señora del Rocío para ver a los centenares de miles de peregrinos que han hecho "el camino" para verla, para publicar el articulo de Carlos Colón publicado en el Diario de Sevilla el pasado viernes 17 de mayo.
Lo hago porque creo que ha dado en "el clavo" en todo lo escrito, tanto en lo de los progres y los católicos "tocados por la mano de Dios".
Dentro de unas horas empezaran a salir los peregrinos de vuelta a sus domicilios por todas las partes del mundo, en especial los que lo hacen para Sevilla y mañana de nuevo estos individuos volverán con su "rociofobia". Unos "rociofobios" son los que dicen mucho el "vive y deja vivir", como habréis interpretado me refiero a los "progres", ¡si a estos!, estos que en realidad quieren decir, "vive según yo entiendo y te callas si no estas de acuerdo y no me molestes". Los otros "rociofobios" como podéis discernir son los "católicos tocados por Dios", esos que creen que los verdaderos creyentes son los que son tristes (no confundir tristeza con seriedad) y que Dios no quiere a personas que vivan su Fe con alegría, cante y baile.
La rociofobia
Es curioso esto de la rociofobia que se desata cada vez que los romeros
se ponen en camino. Hace extraños compañeros de viaje. Al parecer la
romería molesta por igual al beato meapilas, que se escandaliza porque
la gente cante, beba y baile en una fiesta religiosa, como al progre que
aborrece por igual todas las manifestaciones piadosas, especialmente
las populares. Lo del meapilas tiene dos versiones: la heredera de aquel
catolicismo que confundía la seriedad con la tristeza y el rigor con la
intransigencia, pálido por no salir de las sacristías, malhumorado por
reprimido, duro por su desprecio hacia la vida real y las humanas
debilidades que la tejen; y la variante comprometida o de base de
quienes se creen los depositarios de la pureza, la sencillez y la
pobreza evangélica. ¡Y es de ver la cólera con la que estos
supuestamente mansos corderos balan!
En cuanto al progre que considera represión franquista que se repriman las botellonas,
porque cree que el "derecho" a la diversión de los niñatos está por
encima del derecho al descanso de los vecinos, y se entusiasma cuando se
corta el tráfico para que pase una manifestación con batucada o un
maratón -cosas por supuesto legítimas: tanto como que se corte para que
pasen las carretas-, resulta que se indigna porque un día al año, sólo
uno, no todos los fines de semana, se tiren cohetes, suenen tamboriles y
la salida de las hermandades provoque atascos de tráfico.
Lanzan sus anatemas los fariseos católicos -carcundias o de
base- condenando a los impuros juerguistas que, según ellos, toman la
religión como pretexto para montarse una juerga. Como si hoy fuera
necesario recurrir a este pretexto para desmadrarse. Supongo que nunca
se han molestado en contemplar ese centro absoluto del fenómeno rociero
que es el rostro sabio y bueno de la Virgen del Rocío, cantiga de
Alfonso X esculpida. Aunque me temo que si la miraran, no la verían. Les
cuadra el reproche del Señor: "¿Es que tenéis la mente embotada?
¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?".
Y lanzan sus denuestos los progres marcando esa pedante
distancia que siempre ha separado del pueblo a quienes, sin serlo, se
tienen por ilustrados. Mientras tanto la devoción no deja de crecer,
Triana celebra su bicentenario y los almonteños acogen a las 112
hermandades filiales que, desde Villamanrique y Pilas en el siglo XVII,
no han dejado ni dejan de fundarse.
Carlos Colón
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