¡Como siempre Don Antonio, mas claro no se puede decir!.
Fuente: Diario ABC 9/05/2013 EL RECUADRO - Autor: Antonio Burgos
La penumbra reza
Antes teníamos en Sevilla unas
iglesias muy oscuras y con las enfoscadas paredes muy encaladas, en las
que resaltaba todavía más el dorado de los barrocos retablos o el
marmoleado de los neoclásicos. Ahora son unos templos con las paredes
muy descarnadas, con un ladrillo visto al que se le ve hasta el alma de
lo malos que son, ladrillos de fábrica, no casi taraceados ladrillos
agramilados de primor. ¡Igualito los ladrillos vistos de Aníbal González
y del regionalismo arquitectónico, los del Coliseo España o los de la
Plaza de España, que estos ladrillos que dejan ahora al descubierto en
la moda que se ha impuesto entre los restauradores que lo dejan todo
como Maese Alonso Ximénez las que fueron riquísimas Gradas de la
Catedral por la calle Alemanes, y a las que les ha puesto unos
resbaladeros absolutamente estilo Leroy Merlin, con losetas de cuarto de
baño malo de apartamento de la playa o de terraza chungaleta de piso de
VPO no, peor todavía!
Y junto a estos ladrillos descarnados,
que no vistos, que el ladrillo visto es otra cosa, nos han dejado a las
restauradas iglesias iluminadísimas. El proceso es el siguiente: van y
restauran una iglesia, y le quitan todo su encanto, aquello que decía
Goya de que "el tiempo también pinta". Y para que se vea la mamarrachada
que han hecho, como en San Bartolomé, como en Santa Ana, como
perpetraron en tantos templos, viene la Fundación Sevillana de
Electricidad y le mete a aquello toda la luz del mundo, ¡hala!, para que
el desaguisado quede mucho más a la vista.
La última iglesia que ha sufrido este
proceso es San Esteban. Ha sido la ultima iluminación artística que ha
pagado Endesa, ella de soltera Sevillana de Electricidad. Me ha
recordado lo de don Santiago Montoto y Federico García Lorca. Un día,
Manuel Barrios le preguntó a Montoto:
-- Don Santiago, usted que lo conoció: ¿García Lorca era mariquita?
Y Don Santiago, con su famoso colmillo retorcido, le dijo:
-- Demasiado, Barrios, demasiado...
Con San Esteban, igual. Delante de mí
le preguntaron el otro día a un sevillano con paladar qué le parecía la
iluminación que se ha estrenado en San Esteban. Y dijo:
-- Me parece demasiada luz...
Y es que nos hemos olvidado, mi
querido arzobispo don Juan José Asenjo, que los templos son antes que
nada lugares de oración, no museos de barrio, o de feligresía, o de
cofradía. Esas luces que les están poniendo a los templos, como la
locomotora de Caracol el del Bulto en Atocha, las quisiera yo ver en el
Museo de Bellas Artes, o en la oscurísima exposición de las Santas de
Zurbarán en el Convento al que un mamarracho socialista le puso de mote
"Espacio Santa Clara" y otros mamarrachos populares se lo siguen
llamando. Vamos, que donde parece que está reservado el Santísimo es en
la exposición de las Santas de Zurbarán, no en San Esteban.
Olvidan que
la penumbra también reza. La Catedral, antes de que en el 92 la
convirtieran en la segunda pinacoteca de Sevilla y primer museo de la
ciudad, te invitaba a rezar con su penumbra, en la que escuchabas
resonar los pasos de las beatas sobre el mármol de la solería
ajedrezada. Ahora la Catedral te invita... a sacar el tíquet de entrada,
no a rezar. En cualquier iglesia, antes, se veía a lo lejos brillar la
luz de la lamparilla que iluminaba el Sagrario, como un faro de devoción
sacramental en un pequeño mar de aceite, como una mariposa aleteando en
honor de Su Divina Majestad. ¡Cualquiera es el guapo que ve ahora la
lamparilla del Sagrario en estas iglesias con más luz que una playa de
la Costa del Sol! Como que más que un devocionario para rezar, a estas
iglesias de la moda Endesa hay que entrar con gafas de sol...
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