Nuevos mundos, mundos, ricos, viejos mundos, rituales viejos, Herodes siempre presente.
Fuente: El Mundo 23/12/2013 LA CRUZ DEL SUR Autor: José Antonio Gómez Marín
Países olvidados
Llegan nuevas inquietantes del país de Bénin, el antiguo Dahomey
yoruba de nuestros sellos adolescentes. Las recibo a través de amigos
de Justicia y Paz que me confirman que no hay novedad entre las
costumbres de hoy mismo y las de hace diez años, cuando otros amigos me
trajeron un acadabrante informe que hablaba de las disfunciones
provocadas por el pluralismo religiosos (católico, musulmán, vudú)
resuelto en una suerte de amalgama práctica sin otro techo que la
superstición. Una imagen temible: las criaturas que nacen deformes o
taradas son consideradas impuras y, por consiguiente, estrelladas contra
un árbol para cortar de raíz la disfunción. ¿Cabe imaginar una
situación más necesitada de ayuda moral y hasta de protección cívica que
una sociedad que sacrifica brutalmente a sus hijos minusválidos? Hasta
la oligarquía del país teme el efecto de la suspensión unilateral del
programa de ayuda internacional que provocaría la quiebra del puerto de
Cotonou que centraliza la vida económica nacional. Y en ese escenario va
el presidente Yayi Boni y se inventa un atentado fallido por
envenenamiento del que acusa a un millonario que lo alzó al poder pero
que luego le cerró el grifo de la coima, provocando el exilio de éste y
su refugio político en EEUU. Hasta el juez encargado del caso ha tomado
las de Villadiego por lo que pudiera ocurrirle en semejante trance. De
lo que nadie habla es de los niños estrellados, del batiburrillo vudú
que hasta dispone de un día de fiesta nacional, los bailes, los
ungüentos y los gallos degollados. La idea de la vida que nos hacemos
los occidentales tiene poco, casi nada, que ver con la que se siente en
los países olvidados.
Existe un mundo oculto, sin presencia efectiva en la actualidad, sin lugar en la opinión colectiva, que imaginamos exótico y rousseauniano pero que, en realidad, no es más que el traspatio abandonado de este mundo nuestro que nos ha dado por considerar feliz. Un mundo a oscuras al que no llega la mano civilizada y si llega es estrechada (y vaciada) por las oligarquías locales, las mismas que suelen servir al neo-neocolonialismo para reeditar el viejo negocio, posible sólo en un medio cuidadosamente mantenido en la ignorancia. Sólo las misiones se acercan a ese mundo. Pocos para dar abasto a una oposición efectiva a la barbarie que supone estrellar a un bebé contra la corteza de una palmera o de un ébano.
Existe un mundo oculto, sin presencia efectiva en la actualidad, sin lugar en la opinión colectiva, que imaginamos exótico y rousseauniano pero que, en realidad, no es más que el traspatio abandonado de este mundo nuestro que nos ha dado por considerar feliz. Un mundo a oscuras al que no llega la mano civilizada y si llega es estrechada (y vaciada) por las oligarquías locales, las mismas que suelen servir al neo-neocolonialismo para reeditar el viejo negocio, posible sólo en un medio cuidadosamente mantenido en la ignorancia. Sólo las misiones se acercan a ese mundo. Pocos para dar abasto a una oposición efectiva a la barbarie que supone estrellar a un bebé contra la corteza de una palmera o de un ébano.
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