Fuente: mayrena.com - Autor: Eusebio Manuel Pérez Puerto
No se había cumplido aún la primera centuria de que el lugar de Mayrena fuese dada en señorío por el rey Alfonso Onceno a Pedro Pérez Ponce de León, desgajándolo de la jurisdicción de Carmona, cuando Juan II de Castilla, cuarto monarca de la Casa de Trastámara, concedía un nuevo privilegio al señor de Mayrena referido a dicho lugar: la concesión de celebrar anualmente una feria libre de impuestos.
Esta introducción, así de simple, no tendría mayor importancia que la de ser un privilegio más dado por un rey del medioevo a un señor feudal, pero no ocurre esto en el caso de Mayrena, ya que este hecho que historiamos para los mayreneros es de capital importancia. Es la elevación a categoría jurídica de un hecho que, en nuestra creencia, era consustancial al lugar de Mayrena desde su nacimiento: su mercado, su feria.
Nada hay más sugestivo para un mairenero en el aspecto historiográfico que el estudio de este capítulo de nuestra historia local, aunque aquí lo hagamos ahora de manera resumida.
Los mercados han sido la base principal para el desenvolvimiento económico de los pueblos, el centro básico de toda relación de comercio, pues es en el mercado donde el comerciante estaba seguro de encontrar mayor número de clientes, así como existía la mayor posibilidad de que el comprador hallase la mercancía o el producto que necesitaba. Es claro que esta necesidad de intercambio se encuentra manifestada desde las épocas más remotas, y unida a ella la noción de mercado. En los grados más inferiores de civilización el hecho de comprar se presenta como algo anormal, pero a medida que van aumentando las necesidades y creciendo la población nace paralelamente un comercio rudimentario, aunque este comercio se desenvuelve en medio de peligros y obstáculos, por lo que es a esta falta de seguridad a lo que responde el hecho de que se estableciesen determinados lugares donde en fechas dadas se pudiesen efectuar los intercambios de productos, sus ventas y sus compras con una mayor garantía y seguridad. Y ahí es donde radica la importancia de los mercados pues en ello es donde se condensa todo el comercio, ya que este no existe fuera del mercado. A la propia evolución histórica y a la propia evolución de la civilización va unida la noción de mercado, siendo el punto final de dicha evolución el comercio permanente. A la tienda abierta tan sólo una vez al año, o una vez a la semana, que es el mercado, sucede la tienda abierta todos los días, y durante todo el día. Desaparece, pues, la noción de mercado ante la noción de plaza de comercio.
En los párrafos precedentes hemos realizado una rápida visión del nacimiento, evolución y fin del mercado, como tal. Y eso, creemos, fue el caso del mercado en nuestra Villa, de nuestra Feria durante siglos hasta pasar de la feria-mercado a la feria-fiesta. Basándonos en ello los mayreneros estamos convencidos de que nuestra Feria no fue fundada en el medioevo, aunque el privilegio real fuese concedido primero a Marchena, con la confirmación a Mayrena y, luego su pase a Guadajoz, sino que nuestra privilegiada situación geográfica en los alcores, auténtica encrucijada de caminos, hizo que Mayrena fuese el centro neurálgico para el comercio en esta comarca, por lo que el nacimiento de la primera célula pobladora de estos alcores, de aquel hato de pastores aglutinados alrededor del agua de la fuente, siguió el convertirse en el lugar más idóneo para celebrar el mercado, para celebrar la feria.
Frente, para algunos, panorama mercantil de Europa durante la Edad Media, Al-Andalus presenta un floreciente aspecto, ya que los andalusíes reavivan la red de comunicaciones heredada de Roma. Por lo que Mayrena, situada en esta envidiable encrucijada de caminos, es convertida en el punto crucial para el control y tráfico de las mercancías y del ganado. Nunca perdió, ni aún en nuestros días, este carácter andalusí la Feria de Mayrena, nuestra Feria.
Reconquistada Al-Andalus por las huestes castellanos-leonesas, el espíritu jurídico visigótico se apoderó de los conquistadores. Y lo que había surgido de las mismas entrañas del pueblo, lo que era consustancial al lugar de Mayrena desde su fundación, tenía que tomar carta jurídica para su propia supervivencia.
La facultad de establecer nuevos mercados o de confirmar los ya establecidos correspondían tanto en León, como en Castilla al rey. La base legal para ello estaba en Las Partidas, en la número V, Título VII, Ley III, en donde se dicta que: "Ferias o mercados en que usan los omes a faser vendidos, e compras, e cambios, non las deuen faser en otros logares, si non en aquellos que acostrumbraron faser. Fuera ende, si el Rey otorgasse por su privillejo, poder a algunos logares de nuevo, que la fiziesen".
En vase a lo anterior es por lo que el rey Juan II de Castilla concede a don Juan Ponce de León por Real Cédula dada en Palencia a 3 de febrero de 1.441 la facultad de celebrar una feria exenta de impuestos desde el 16 al 30 de abril de cada año en su lugar de Mayrena. Era la consagración jurídica de lo que ya se venía celebrando, pero que la dotaba de tal naturaleza para que así el lugar "mejor se pueda poblar", naturaleza jurídica dada también a Marchena y a Guadajoz y que no supieron conservar como la conservó nuestra Villa a través de los siglos.
Dicha Real Cédula, y que publicamos en su totalidad, contiene todo lo esencial para la celebración de un mercado cuyo comienzo era a "dies e seis días del mes de abril, e se acabe en el postrimero día del dicho mes…" "…e por esta mi Carta mando a todos los Conzejos, Alcaldes, Alguaciles, Regidores, Caballeros, Escuderos e omes buenos de todas las Cibdades, e Villa, e Logares de los mis Reynos e Señoríos, que vos guarden esta mersed que vos yo fago, e que vos no vayan ni pasen, ni consientan hir ni pasar contra ello ni contra parte de ello, segud que mejor e mas complidamente la guardaban a la dicha villa, porque que todas las gentes que quisieren hir o enviar a la dicha Villa sus Ganados, e Mercaderías, puean hir salba e seguramente; sobre lo qual mando al mi chanciller, e Notarios, e a los otros que están a la tabla de los mis sellos que vos den e libren, e pasen, e selle mi Carta de Prillegio la más firme e bastante que menester obieredes…".
Esta Feria había de ser "…con todas las franquezas e libertades..de las otras ferias que se fazen en los míos Regnos…" y mandaba "…e los unos, ni los otros no fagades en deal por algunas manera, so pena de la mi merzed e de diez mil maravedís a cada uno para la mí Cámara, Dada en la Cibdad de Oalencia tres días de febrero año del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil e quatrozientos e cuarenta e un años. Yo el Rey".
Quinientos setenta y dos años de nuestra Feria con licencia oficial de apertura.
"Don Juan por la Gracia de Dios Rey de Castilla de León de Toledo de Galicia de Sevilla de Córdoba de Murcia de Jaén del Algarve de Algeciras y Señor de Vizcaya de Moli-na. Por cuanto Yo mandé dar e di una mi carta firmada a mi nombre y sellada con mi sello de tenor a la cual es este que se sigue:
Don Juan por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Toledo, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarbe, de Algeciras y Señor de Vizcaya y de Molina Por cuanto el Rey Don Henrique mi Padre y mi señor cuya Anima Dios haya, dio una carta firmada de su nombre e sellada con su sello por la cual facía merced a la Villa de Marchena que obies en ella una Feria de quinze días cada año la cual fuese en el mes de junio para que la dicha villa se pudiese mejor poblar por cuanto se lo pidió por merced Don Pedro Ponce de León conde de Medellín, e de mi Concejo según que mas largamente se contiene en la dicha su carta que con esta razón mandó dar del tenor de la cual es este que se sigue:
Don Henrique por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Toledo, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarbe, de Algeciras y señor de Vizcaya y de Molina. Por facer bien y merced a vos el Concejo homes buenos vecinos y moradores de Marchena Villa de Don Pedro Ponce de León mi vasallo tengo por bien e es mi merced e dovoes (os doy)licencia que haya e se haga de aquí adelante en esa dicha villa una Feria de quince días por duración al mes de junio en cada año los cuales quince días se comenzaran en esta manera: desde diez y seis días del dicho mes de Junio y que se fenezca en el postrimero día del dicho mes que son cumplidos los dichos quince días, e esta merced vos fago de la dicha Feria por que el dicho Don Pedro Ponce me lo pidió por merced porque esa villa se pueda mejor poblar porque vos mando que fagades pregonar la dicha Feria a cada año en los dichos quince días e es mi merced que hayades vos sean guardadas todas las franquezas e gracias e libertades que son guardadas a todas las Ferias que se facen en todos los mis Regnos. Otrosí mando a todos los Concejos e Alcaldes e Alguaciles e Oficiales e omes buenos a todas las ciudades e Villas e Lugares de los mis Regnos, que vos guarden esta merced que vos Yo fago, e que vos no consientan ir ni pasar contra ella, ni contra parte de ella en ninguna manera, porque todas las gentes quisieren ir a cambiar a la dicha Feria sus Ganados e Mercaderías puedan ir salva e seguramente con todas las franquezas e libertades conque van los otros que a las otras Ferias que s facen con los míos Regnos, e sobre est mando a mi Chanciller e escribanos e notarios e a los que están a la tabla de los mis sellos, que vos den, e libren, e pasen e sellen sobre esta razón las cartas e Privilegios mas firmas e bastante que merecen o vieredes para que vos sea guardada esta Merced que vos Yo fago; e los unos ni los otros no fagan en deal por alguna manera, so pena de la mi Merced, e de Diez mi maravedíes para la mi Cámara, a cada uno por quien fincare a lo así facen cumplir. Dada en Illescas cuatro días de Febrero Año de Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de miì trescientos e noventa e cuatro años. Yo el Rey. Yo Gutierre Diaz la fiz escribir por mandado de nuestro Señor el Rey. Archepiscopus Toledanus. Registrada. Agora por cuanto el dicho Conde Don Pedro Ponce renunció e traspasó por su carta la dicha Feria en Vos Don Juan mi vasallo, su Fijo, e me pidió por merced que vos la mandase traspasar a la vuestra Villa de Mayrena: Por ende por facer bien e merced a vos el dicho Don Juan de León, Fijo del dicho Conde Don Pedro Ponce, tengo por bien e es mi merced de traspasar e traspaso la dicha Feria que fasta aquí era en la dicha Villa de Marchena a la dicha vuestra Villa de Mayrena porque mejor se pueda poblar e es mi merced que le sean guardados todos los Privilegios e libertades que son e deben ser guardadas a las otra Ferias que se facen en los dichos mis Regnos e señoríos por ser Ferias, que así como la dicha Feria había de comenzar desde diez y seis días del mes de Junio e de fenecer e acabar en el postrimero día del dicho mes, que así se comienze a diez e seis días del mes de abril e se acabe en el postrimero día del dicho mes en la dicha vuestra Villa de Mayrena e por esta mi carta mando a todos los Consejos, Alcaldes, Alguaciles, Regidores, Caballeros, Escuderos e omes buenos de todas las Ciudades e Villa e Lugares de los mis Regnos e señoríos que vos guarden esta merced que vos Yo fago, e que vos non vayan ni pasen, ni consientan ir ni pasar contra ello ni contra parte de ello según que mejor e mas cumplidamente la guardaban a la dicha Villa, porque todas las gentes que quisieren ir o enviar a la dicha Villa sus ganados e mercaderías puedan ir salve e seguramente, sobre lo cual mando al mi Chanciller e Notarios e a los otros que están a la tabla de los mis sellos que vos den e libres e pasen e sellen mi carta de Privilegio la mas firme e bastante que menester obieredes, según que mejor e mas cumplidamente lo dieron e habían de dar a la dicha Villa de Marchena; e los unos, ni los otros no fagades en deal por alguna manera, so pena de esta mi merced e de Diez mil maravedíes a cada uno para la mi cámara. Dada en la ciudad de Palencia tres días de febrero año del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil e cuatrocientos e cuarenta e un año. Yo el Rey. Yo el Doctor Fernando Díaz de Toledo oidor y refrendatario del Rey e su Secretario la fiz escribir por su mandado. Registrada. Agora por cuanto Don Juan de León conde de Arcos mi vasallo e de mi Concejo, me envió pedir por merced que mandase traspasar la dicha Feria de la dicha su Villa de Mayrena a su Lugar de Guadajoz que es a tres leguas de la dicha Villa de Mayrena, porque el dicho Lugar se poblase mejor: Por ende por facer bien e merced al dicho conde Don Juan de León, tengo por bien e es mi merced de traspasar e traspaso la dicha Feria que así fasta aquí era en la dicha villa de Mayrena, al dicho logar de Guadajoz porque mejor se pueda poblar, e que le sean guardados todos los Privilegios e otras cosas que son e deben ser guardadas a las otras Ferias que se facen en mis Regnos å señoríos según que en la dicha mi Carta aquí incorporada se contiene; la cual dicha Feria dure quince días, e se faga en el tiempo contenido en la dicha mi carta aquí incorporada, conviene a saber desde diez e seis días del mes de abril e dure fasta postrimero del dicho mes, e mando a todos aquellos a quien se dirige la dicha mi carta aquí incorporada, que guarden al dicho Conde esta mi Carta, que le Yo fago, e que le non vayan ni consientan ir ni pasar contra ella, ni contra parte de ella, según que mejor e mas cumplidamente la guardaban a la dicha Villa, porque todas las Gentes que quisieren ir o enviar a la dicha Villa sus Ganados e Mercaderías puedan ir salva e seguidamente sobre lo cual mando a mi Chanciller e Notarios e a los otros que están a la tabla de los míos sellos, que vos den e libren e pasen, e sellen mi Carta de Privilegio la mas firme e bastante que menester obiesedes según que mejor e mas complidamente la dieron e acostumbraron dar a las otras Villas e Lugares a quien Yo he fecho e fago las semejantes mercedes, e fagades en deal por alguna manera, so pena de esta mi merced e de diez mil maravedíes para la mi cámara a cada uno. Dada en la Noble Villa de Valladolid veinte días de septiembre del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil cuatrocientos y cuarenta y nueve años. Yo el Rey. Yo Pedro Fernández de Lorca la fiz escribir por mandado de nuestro Señor el Rey. Registrada. Pedro de Clavijo . Lugar del Sello."
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BREVE HISTORIA DE LA FERIA DE MAIRENA DEL ALCOR
Fuente: mayrena.com - Autor: José Manuel Navarro Domínguez, Prof. Historia autor del libro "La Feria de Mairena del Alcor: Mercado y fiesta (1750-1850)"
La tradición mantenida en la historiografía afirma que hasta la aparición de la Feria de Abril de Sevilla, todas las ferias anteriores se regían por los rígidos esquemas ferias-mercado, principalmente de ganado, en las que el elemento lúdico apenas ocupaba un papel secundario, como celebración de alguna venta afortunada o breve esparcimiento de los propios mercaderes y compradores. Al establecerse desde 1847 la Feria de Abril de Sevilla, señalan los historiadores, se añade un nuevo sentido a la celebración ferial incorporando al mercado de ganados y productos agrarios, una celebración festiva.
Estudiando la Feria de Abril de Sevilla en sus primeros años, vemos que la organización, el sistema de mercado, las tiendas, incluso la distribución espacial del recinto, salvando las lógicas diferencias, eran muy similares a los de Mairena. El modelo desarrollado en Mairena entre 1750 y 1850 es el de una feria que mezcla sus dos componentes esenciales, el mercado y la fiesta.
EL GRAN MERCADO DE ANDALUCÍA.
El mercado de ganados es sin duda el eje central de la feria. El diccionario de Pascual Madoz, el cual, a mediados del s. XIX efectúa un amplio recorrido por todas las poblaciones de la península, en el artículo dedicado a Mairena del Alcor señala:
"En los días 25,26 y 27 de Abril se celebra la famosa feria que lleva el nombre de la villa a la que concurren en dichos días los traficantes de todas las provincias de España, a proveerse especialmente de ganado de cerda caballar y lanar y utensilios de labor"
Un paso más se aventura en la Enciclopedia Mellado, una de las más completas publicadas en España en el pasado siglo. Elaborados sus artículos por prestigiosos científicos, académicos y profesores universitarios, fue una de las extendidas y consultadas.
En la voz "Ferias", tras citar de pasada la de Madrid y otras, señala que las hay muy renombradas y cita varias, situadas en el norte de Castilla, la mayoría ya desaparecidas, cuando escribe el articulista. A continuación ni puede dejar de escribir:
"La muy renombrada de Mairena es anual, a principios de Mayo, acuden a ella todas clase de ganados pero principalmente excelentes caballos procedentes de las yeguadas de Córdoba y en general de toda Andalucía".
Por término medio acuden anualmente a la feria de Mairena durante la primera mitad del S XIX, unos 54.000 animales. Para alimentar al ganado se disponía de los pastos de El Encinar y para abrevarlo, las aguas que discurrían por las atarjéas de los molinos.
Este ganado procede de casi toda la península. Estaban más representadas lógicamente las comarcas cercanas a Mairena. De todas las poblaciones de la Campiña encontramos un gran número de animales y compradores en la feria. También encontramos ganaderos procedentes de Castilla, Extremadura, Levante y Galicia. En el real se instalaban, en tiendas de lona, unos 250 puestos. Y si tenemos en cuenta que algunos conseguían burlar el registro oficial e instalarse en solares y casas particulares, la cifra real podría ser más elevada. Estos puestos pueden ser agrupados en cinco categorías diferentes atendiendo al tipo de producto que se vende en ellos: 37 fondas y establecimientos de bebidas y comidas, 86 puestos que sirven alimentos, 46 que venden ropa, 42 puestos de arreos y objetos de madera y 38 puestos de quincallería y mercería.
Para tal cantidad de ganados y puestos se necesita un gigantesco espacio. El real de la feria abarcaba todo el espacio comprendido entre la ermita de S. Sebastián, la venta de Raga, en la zona denominada actualmente "la Posada"; la carretera, hasta la parada de autobuses delante de la antigua fábrica ASPA; el paseo de la feria, y la barriada del Calvario hasta el recinto actual de la feria. Lindaba con el pago del Celillo y los terrenos del actual polideportivo, la huerta del Prior. Ocupaba los terrenos próximos a la gasolinera, la cercaban las huertas de la actual calle Benajete, que por entonces no era más que un camino con vallados hasta el arranque del camino de Gandul y Marchenilla, conocido popularmente como "El Arenal". Finalmente la zona que hoy ocupan las manzanas de las calles Jesús y Ramón y Cajal se englobarían dentro del recinto.
Como mercado organizado contaba con una estructura administrativa establecida por el ayuntamiento, y supervisada por el representante de la real Hacienda. En una casa alquilada al duque de Arcos, situada en el real, se instalaba la oficina municipal, donde se tramitaba la documentación, se recaudaban las tasas y se registraba el ganado y los puestos establecidos. Era precisa la ayuda de fuerzas del ejército, que remitía un grupo de 20 a 30 hombre para auxiliar a las autoridades locales en el mantenimiento del orden.
Las normas, reglamentos y modos de funcionar de este mercado sirvieron como modelo a muchas ferias de la comarca, entre ellas la de Écija, Villamartín, Osuna y la propia Feria de Abril de Sevilla.
UN MERCADO MUY ALEGRE
Sea como fuese, de lo que no cabe duda es de que la fiesta, como celebración alegre y bulliciosa, formaba parte de la feria de Mairena como un elemento indisoluble, un componente de su propia esencia. Los días de mercado de ganados se reducen a los tres días oficiales de la feria. Las necesidades de la fiesta son las que obligan a establecer dos días "de vísperas" en los que la feria es pura y simplemente una fiesta. Tenemos por tanto una feria con cinco días de fiesta y tan sólo tres de negocio.
Buena parte de la alegría de la feria era debida al elevado consumo de bebidas alcohólicas. Algunos años encontramos cifras cercanas a las 100@ de aguardiente y las 25@ de licores. Las cantidades de vino consumido son aún mayores, pudiendo perfectamente alcanzar las 500@. Tal cantidad de alcohol asegura "buena y alegre" feria que queda lejos de un frío mercado de ganado.
Todos los escritores coinciden en su descripción de la feria en exaltar su ambiente general de alegre agitación, de algazara ruidosa y divertida. Palabras como estruendo, tumulto, alegría, diversión, bacanal y bullicio, parecen las más indicadas para describir el ambiente festivo.
Tan inseparable es el negocio de la celebración, que los propios ganaderos, al cerrar un trato, manifiestan acuerdo con expresiones de júbilo, disparando armas de fuego al aire y celebrándolo con unas copas en los múltiples puestos de bebidas establecidos en la feria.Que la diversión formaba parte de la feria mairenera que fuera de toda duda. ¿Cómo explicar si no el enorme atractivo que supone para los forasteros que la visitan? Para la muchedumbre que viene desde Sevilla, para los extranjeros que llegan a su real desde muy lejos atraídos por su fama. ¿Un simple mercado supondría un atractivo para ellos?
Toda clase de espectáculos se desarrollan en el real de la feria de Mairena, destinados a divertir al público que acude al festejo. Estébanez nos reseña lso títeres, payasos y cómicos que divierten al público con historias y cuentos jocosos, escenificaciones, chistes o juegos; volatineros que hacen cabriolas, saltos y juegos malabares; "chirichinas", barracas de atracciones que llaman la atención del público con ruidosm música y platillos; y "pulchinelas", cómicos grotescamente vestidos.
El ejercicio ecuestre es señalado por los cronistas sevillanos como el primer entretenimiento celebrado en la feria de Sevilla de forma independiente del mercado, signo evidente de su carácter festivo. Con una década de antelación encontramos este espectáculo en Mairena.
El baile se convierte en elemento central del conjunto de celebraciones y manifestaciones festivas de la feria. Aparece en todas las descripciones de la feria como un elemento imprescindible, que no deja de llamar la atención de los escritores, hasta el punto de recogerlo todos en sus textos con alguna cita. Las referencias al baile aparecen enmarcadas dentro de los artículos y poemas sobre la feria entre las descripciones del ambiente festivo general como una actividad que forma parte de las manifestaciones generales de la fiesta como la bebida, el juego y la diversión.
El juego, como una de las actividades lúdicas más extendidas y arraigadas en la población española del Antiguo Régimen, no podía dejar de hacer acto de presencia en la feria. Se trata de juegos de apuestas como naipes, reolinas, boliches, banca y monte. Todos estos juegos de azar estaban sometidos a prohibición por las leyes del reino, como se recordaba en los bandos de buen gobierno emitidos por el ayuntamiento en los días previos a la feria. Las propias autoridades reconocen la escasa eficacia de las diversas prohibiciones relativas a los juegos y los constantes esfuerzos conducentes a terminar con su práctica.
No podía faltar el amor dentro del conjunto de elementos de la feria concebida como una fiesta, como un lugar que, entre otras cosas, propicia el encuentro de hombre y mujeres al ofrecer ventanas sin rejas en una sociedad tan cerrada en estos aspectos como es la andaluza de principios del S. XIX.
Artículo ampliado en mairenadelalcor.org
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