sábado, 31 de agosto de 2013

Erre que erre

El comunismo en general y el Andaluz en particular  no dejan de pensar y soñar que aún pueden ganar una guerra perdida, la Guerra Civil Española. Y digo perdida no porque la perdieran ellos en el campo de batalla, sino que la perdimos todos cuando comenzó, mejor dicho antes de comenzar.
Casi todos los combatientes en ella han dado por zanjada la historiador han querido avanzar en la llamada Reconciliación Nacional, desde la parte de la derecha  a la izquierda con una excepción general, los comunisitas.
Quizás su revanchismo y rencor se deban a que ellos jamas persiguieron como otros una democracia para España (datos y documentos los hay a centenares que corroboran esto), ellos perseguían ser un satélite de la extinta URSS y es por eso que jamas lo superaran.
Y menos aún teniendo algo de Poder político, como es el caso en Andalucía donde los comunistas "enmascarados" en una coalición de izquierdas, IU no paran de trabajar (lo que NO hacen para sacar a Andalucía de ser la peor región de la UE a nivel económico y laboral) para intentar ganar la Guerra Civil. Lo último volver a dar una vuelta mas de tuerca a algo ya asumido, la llamada Memoria Histórica, la cual todos sabemos que en verdad es una desmemoria histórica en realidad.

Fuente: El Mundo 30-08-2013 LA CRUZ DEL SUR. Autor: José Antonio Gómez Marín

Erre que Erre

La Junta ha tenido la peregrina idea de promulgar una ley reforzando los mecanismos de la que ya funciona respecto a la llamada “memoria histórica”. Va a ser una ley punitiva, en la que lo primero que se va a hacer es detallar un censo de títulos y símbolos políticos que, procedentes del franquismo, quedan aún quedan dispersos por ahí. Da la impresión de que lo que pretende esa “memoria histórica” es precisamente la amnesia, el olvido definitivo de un periodo importante de nuestro pasado en el que se cometieron barbaridades, como en toda guerra civil y en toda postguerra, lo que en cierto modo supone una amputación al recuerdo que poco ha de beneficiar nuestra cultura colectiva. Una de las cosas que llaman la atención al viajero que pasea por Londres es ver en pleno entorno del Parlamento más viejo de Europa la estatua triunfante del regicida Cronwell (Oliver, no Thomas) desafiando al tiempo y a una opinión tan monárquica como es la británica. En la Rusia de Putin y de las mafias, las estatuas de Lenin siguen en pie como presidiendo la merienda de negros perpetrada por la nueva oligarquía y en Georgia aún pueden encontrarse las de Stalin, pero en España, parece que se ha decidido amputar un periodo histórico como quien le hace la lobotomía al cerebro colectivo. ¿A qué viene insistir en esa persecución inútil, con la que está cayendo, cómo multar –¡encima!– a los pobres Ayuntamientos arruinados y cuál es la razón por la que esta batallita haya de entertenernos frente a la peor crisis que hayamos vivido nunca? Hay no poca gente viviendo de este nuevo cuento del alfajor que consiste en alancear al moro muerto, ésa es la explicación real de tanto celo depurador. Parece que no vamos a librarnos nunca de los comisarios políticos.
No querer enterrar la guerra civil equivale a que nuestros padres se hubieran cerrado en banda a liquidar la memoria de la guerra de Cuba o quizá la de las guerras carlistas, y defender esto no implica en modo alguno connivencia con un bando ni con el otro, al menos entre quienes hemos vivido obsesivamente –cuando era peligroso, no ahora, claro– el proyecto de una España sin bandos. Pero hay, por lo que se ve, quien se aferra al tema en el que encuentra nada menos que un empleo en este país de parados. Hay que asumir la Historia y ello exige eliminar toda visión maniquea. Dejad que los muertos entierren a sus muertos… No hace cuarenta años, pero hoy día resulta del todo apropiado este consejo evangélico.

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