jueves, 11 de julio de 2013

Menos lobos

Ya era hora que algún articulista empezara a decir que las personas que se dedican a la política no son corruptos por ser políticos, sino por ser corruptos, sean políticos o no.
Dijo Pítaco de Mitilene, que fue uno de los Siete Sabios de Grecia "Si queréis conocer a un hombre, revestidle de un gran poder. El poder no corrompe, desenmascara". Es decir, son las personas las que están o somos las corrompidas, el hecho de no se haga es que no hay oportunidad. 
La frase resumida fue recogida por el cantante y político panameño Rubén Blades "El poder no corrompe; el poder desenmascara", el mismo tuvo un acto de corrupción al no decir el verdadero autor de la frase. ¡Un ejemplo mas!.
Al final todo se resume en la OPORTUNIDAD de las personas para desemascarar su corrupción en estado latente.

Fuente: El Mundo 10/07/2013 ZOOM. Autora: Carmen Rigalt
Menos lobos

SOBRE la corrupción se ha dicho todo y no se ha dicho nada. Es muy fácil poner a parir a los políticos desde la terraza de un bar y con un vermú en la mano. También es fácil hacer lo que hacemos los periodistas en tertulias o columnas. Me pregunto cuántas veces habremos escrito la palabra corrupción. Yo misma, que no suelo hablar de política porque me salen ronchas, la he tecleado cientos de veces. Hay un puñado de temas que están grabados a fuego en el disco duro de nuestro ordenador. Basta con empezar a escribirlos y salen de corrido. La corrupción gana por goleada.
Un político corrupto no es un marciano. Está entre nosotros y forma parte de nuestra mismidad. Tiene nuestros gustos, lleva a los niños al mismo colegio, ve las mismas películas y se salta los límites de velocidad con la misma frecuencia. Es como usted o como yo pero con más campo por delante. Usted o yo nos llevamos los sobres de la oficina o el esparadrapo de la seguridad social (suponiendo que prestemos nuestros servicios en un gabinete ministerial o en un centro hospitalario), pero si trabajáramos en el Banco de España dejaríamos los cajones limpios. En este país el civismo es una entelequia. Nos descojonamos cuando vemos a los europeos del Norte recogiendo las caquitas de los perros o acercarse a una pila de periódicos y extraer uno mientras depositan con la otra mano una moneda. Si esto se hiciera aquí, nos llevaríamos los periódicos, las monedas y luego romperíamos el mueble urbano a patadas. En cuanto a las caquitas, es inútil. Los perros siguen haciendo sus cosas en la calle porque las bolsas vuelan. A lo mejor es que sus dueños las necesitan para envolver bocadillos.
No hay un español que no haya querido meterle un gol al fisco en la declaración de la renta. Por suerte, el Estado ya cuenta con eso, de la misma forma que los grandes almacenes cuentan con que un porcentaje del género se lo levantan los cleptómanos.
El político trincón no nace por generación espontánea. Lo produce esa sociedad trincona que roba las bolsas de las cacas y el esparadrapo de los ambulatorios. El síntoma está descrito y afecta a toda la sociedad por igual, aunque las responsabilidades sean distintas. Así que menos lobos. Políticos y no políticos, todos vamos en el mismo río.

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