Fuente: El Mundo - GUANTÁNAMO. Autor: Salvador Sostres 5/junio/2013
Yo soy María del Carmen García
Del modo más sereno, educado, reflexivo y consciente quiero decir que
yo soy María del Carmen García, vecina de Alicante y que está previsto
que ingrese en prisión de un modo inminente por haber asesinado
-rociándole con gasolina y prendiéndole fuego luego- al hombre que unos
años atrás había violado a su hija. Yo soy María del Carmen García.
Ya sé que no nos podemos tomar la justicia por la mano, no es mi afán
ni mi interés discutir las leyes, ni la sentencia que la llevará a la
cárcel, ni que el Consejo de Ministros no haya querido indultarla. Me
parece demencial, pero de verdad que a estas alturas me da igual. Yo soy
María del Carmen García y si alguien ataca a mi hija sufrirá la muerte
más lenta y dolorosa que en aquel momento sea capaz de imaginarme. Lo
haré yo, con mis manos, aunque sea lo último que haga en la vida, aunque
yo sea católico y sepa que el odio es pecado, y la venganza todavía
más, y que matar a cualquier persona, por malvada que sea, es atentar
contra Dios y su Creación.
No intentaré esconderme ni disimular, ni decir que la ley es injusta,
ni tratar de discutir que lo que he hecho está mal. Aceptaré con
naturalidad las consecuencias de mi acto, con la misma naturalidad con
que ahora llevo a mi hija a jugar al parque, la baño, le doy el biberón o
le cambio los pañales.
Podréis encarcelarnos, podréis endurecer el Código Penal, podréis
intentar retenernos, vigilarnos y aislarnos, pero todos vuestros
esfuerzos serán inútiles porque lamentablemente nada es más fuerte en
este mundo que el dolor de unos padres desgarrados por lo que le han
hecho a su hija.
Podréis encerrarnos en celdas especiales, advertirnos del riesgo que
corremos, amenazarnos con castigos mucho más severos, pero todos y cada
uno de los padres sensatos, inteligentes, caritativos y comedidos, si
por desgracia nos llega el momento, como por desgracia a ella le llegó,
nos convertiremos en María del Carmen García para actuar exactamente del
mismo modo que ella actuó.
Ni estoy en estado de shock, ni levemente alterado, ni me dejo llevar
por el sobresalto de la noticia del momento. Escribo este artículo
desde la total serenidad, desde la tranquilidad más absoluta, habiendo
sopesado cada argumento y cada consecuencia, cada daño colateral, cada
cavidad moral del horrible asunto.
María del Carmen García es el resumen de todas las madres y todos los
padres del mundo. Ha hecho lo que tenía que hacer. Estoy convencido de
que no está arrepentida y de que volvería a hacerlo ahora mismo, por
siniestro que sea el horizonte carcelario.
Somos padres, somos madres, y no hay modo de serlo si no es desde el
corazón y desde el cerebro, pero también desde las entrañas. Nadie ni
nada puede ni podrá evitarlo. María del Carmen y yo sabemos lo poco que
importan nuestras vidas al lado de lo que nos importan las vidas de
nuestras hijas, y lo inútil que resulta intentar que no hagamos lo que
en cada momento tengamos que hacer para protegerlas.
Vuela esta canción para ti, María del Carmen García.
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