No he tenido que ir a un garaje para que una nueva garganta, ésta no
de seda, me cuente que Luis Bárcenas es un hombre de honor. «Si Luis no
hubiera salido a decir ‘la letra de los papeles no es mía’, el PP se
hubiera cocido en un mes». Mi misterioso informante cree que el que ha
organizado el fuego lento con leña verde no ha sido Luis Bárcenas. Me
habla de un trío de la bencina, formado por dos ofendidos y un
maquinador.
El primero del trío sería Cristóbal Páez, al que supongo hijo de otro
Cristóbal Páez, un caballero que fue subdirector mío en un periódico.
Páez fue promocionado por Dolores de Cospedal cuando ella se enfrentó a
muerte con Bárcenas; posteriormente fue acusado de delito electoral y lo
despidieron de Génova, 13. El segundo podría ser Trías Sagnier,
arrepentido diputado popular. El tercer hombre, amigo del anterior,
conocedor de las tripas de Gürtel, podría ser Baltasar Garzón.
«El objetivo de los desengañados era dañar al PP, acabar con Mariano
Rajoy». «En la filtración para venderles una moto a los periódicos no
intervino Bárcenas». «Resulta grotesca la cantidad de dinero negro
(500.000 euros) en una tesorería de 10 veces más volumen. No tiene
sentido llevar contabilidad B para sobresueldos. El dinero negro se
utiliza sólo para comprar favores o voluntades». Insiste mi confidente
en que lo más fácil para Bárcenas habría sido decir «no me acuerdo, no
sé, no me consta», pero ha declarado que la letra no es suya.
Cuando yo hablaba con el hombre invisible, Luis Bárcenas, solo, en
taxi, con un abrigo crema y cuello de terciopelo, llegaba a la Fiscalía.
Un retén de gente azogada en el arte de tricotar insultó al millonario.
En el Foro se injuria hasta a los reyes godos y cristianos con ropa de
piedra de la Plaza de Oriente. Los gritos de «chorizo» y «ladrón» a la
entrada y salida serán muy frecuentes en los tiempos que se avecinan,
cuando o empieza a funcionar la ley o el Estado se convertirá en una
banda de ladrones que se reparten el botín. Como me dice, entristecido,
el último discípulo de Cicerón, el gran Javier Gómez de Liaño, España
está sub iudice. O vuelve el Estado-juez o volverá el Estado-gendarme.
Lo que sea sonará. Si pasa algo, que pase. Pero hay que tener cuidado
con la hoguera que enciendes contra un enemigo, no sea que te alcancen a
ti las llamas. Europa se está quedando con la copla. Me explican desde
Bruselas: «Si hubiera turbulencias económicas y espasmo en los mercados y
fuera necesario el rescate, los alemanes dirían que un gobierno bajo la
sombra de la corrupción no puede ser rescatado. Exigirían un nuevo
ejecutivo».
Artículo de Raúl del Pozo publicado en el diario El Mundo (7/02/2013)
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