Fuente: El Mundo 20/10/2014 Autor: Santiago González
Pablo Manuel, simplemente
Desde que Fidel vive en su sombra y Felipe pasó a ser Glez por pluma
de Umbral, ya solo quedan dos líderes a quienes llamamos por el nombre
de pila: el Papa, que se despojó del ordinal para ser Francisco y el
líder de Podemos, a quien los columnistas han ungido como simplemente
Pablo. Todos somos Cintora en esto, aunque debo confesar que yo, algo
menos confianzudo que el común de mis colegas, usaré su nombre de pila
completo: Pablo Manuel. ¿Cómo le iba a ganar en el Congreso ese tocayo
suyo que necesita apellido? Eso sin contar con que Pablo Echenique
propone una secretaría general tridimensional, que es confundir la
política de hoy con la de la antigua Roma o elevarla a los cielos, vía
Santísima Trinidad.
«Nos temen porque somos eficaces», dijo. Qué eficacia puede exhibir
gente que no tiene experiencia de gestión alguna. Un detalle: Pablo
Manuel se querelló contra Esperanza Aguirre a quien reclamaba 100.000
euros por injurias. No se presentó al acto de conciliación y envió en su
lugar a Monedero. Ni éste, ni su abogado, otro eficaz, pensaron que
necesitaría un poder notarial para representar al partido. En
consecuencia, unas horas antes de cantar su eficacia perdieron la
demanda y 1.500 euros de costas. Con todo, su gran frase fue la del
sábado: «El cielo no se toma por consenso, sino por asalto». Asaltar
cielos pretendo, si me permiten la paráfrasis.
Una cita del autor de El Capital, dicen, pero qué va. Marx, es lo que
tiene, que de sus palabras se aprovecha todo, como de las carnes del
cerdo. La expresión figura en una carta que dirige a su amigo Kugelmann
el 12 de abril de 1871 sobre la Comuna de París. En la misiva ya
prefigura la derrota de los asaltacielos, con razón: faltaba mes y medio
para la Semana Sangrienta que significó el fin de la Comuna, más de
30.000 muertos y la aplicación de la Ley Marcial en París durante cinco
años.
Es más probable que Pablo Manuel, muy cinéfilo, tomara la expresión
del documental Asaltar los cielos, que López Linares y Rioyo dirigieron
en 1996 sobre Mercader, (Jaume Ramón), militante del PSUC y miembro del
KGB, que en 1940, bajo la identidad de Jacques Mornard, hundió un piolet
en el cráneo del viejo León Trotsky. La frase de Marx adquiere un tono
sarcástico en el título y hace inquietante la consigna de Pablo Manuel.
Pero los dirigentes de Podemos son gramscianos confesos. Cabría
preguntarse de qué habla el hombre cuando llama a asaltar los cielos. El
fundador del PCI es el teórico de la guerra de posiciones frente a la
de movimientos, del consenso frente al asalto; el intelectual que
teorizó sobre los aparatos ideológicos del Estado y la hegemonía o
consenso social.
Después de leer el libro más interesante de Pablo Manuel Iglesias,
Maquiavelo frente a la gran pantalla, tengo la ligera impresión de que
este chico no ha acabado de entender todas las películas de las que
escribe. De ahí que casi siempre les reproche un exceso de llamadas a la
reconciliación y de equidistancia entre los buenos y los malos, y una
insuficiencia de la lucha de clases en su trama argumental. Son
películas explicadas a caperucitas, al igual que las de Juan Carlos
Monedero, que copia a aquel par incomparable formado por Armand
Mattelart y Ariel Dorfmann, autores en 1972 de un manual titulado: Para
leer al Pato Donald.
El intelectual Monedero contaba en la tele bolivariana que en El Rey
León, se identifica al malo con el Ayatola Jomeini. No explicaba por qué
el imperialismo combatía en 1994 a Jomeini, muerto cinco años antes,
cuando el mal de presente era Sadam Husein. Monedero también ve «recado»
en el garfio del enemigo de Peter Pan. ¿No recuerda el gancho a la hoz
que conforma el anagrama del comunismo? Un problema: El autor de Peter
Pan, J.M. Barrie, creó este personaje en 1901 y su estreno teatral, con
su Wendy, sus niños perdidos y su Garfio se produjo en diciembre de
1904. Faltaban 13 años para la Revolución de Octubre y para que la hoz y
el martillo tuvieran algún significado.
Ayer, el congreso de Podemos aprobó el impago de la deuda, una medida
que nos daría grandes facilidades financieras en el futuro. El asunto
de verdad, la organización de Podemos como partido, el duelo entre Pablo
Manuel y Pablo Echenique se resolverá la próxima semana, con el voto de
los 132.000 afiliados.
No sé por qué, pero a pesar de que los partidos españoles se han
ganado a pulso el voto de castigo que supuso Podemos en las europeas, no
acabo de ver en Pablo Manuel la cara del próximo presidente del
Gobierno, por mucha ilusión que le haga y mucho que le aúpen las
columnas. Las europeas eran gratis.